lunes, 1 de abril de 2013

Dubrovnik - Final del segundo día

By Sole

Una vez en Gruz decidimos volver caminando en lugar de tomar el bus. Los primeros metros los hicimos por la costa y luego, en la región de Lapad, la calle se internalizaba, para volver a aparecer la costa una vez pasada la península. Fue un camino agradable, y con un delicioso aroma de los árboles que lo bordeaban.
Para la hora de la merienda llegamos a Puerta de Pile. Compramos 2 cafés to take away, y nos sentamos en una especie de banco de cemento de varios metros que estaba en esta entrada de Old Town.
Ahí nos quedamos largo rato mirando a la gente que entraba y salía, tratando de definir el típico fenotipo croata y encontrar individuos que encajaran, cosa que no nos costó demasiado.
Una vez más atravesamos Old town para dirigirnos a nuestro alojamiento para acicalarnos y prepararnos para la cena. Subimos los 380 escalones hasta Peric.

Cuando estaba atardeciendo volvimos a bajar, para recorrer la ciudad con una luz distinta a la que la habíamos visto previamente. Un rato después nos fuimos a cenar.





Terminamos en un restaurante llamado "Mea Culpa" con mesas en el exterior del local que se extendían como tentáculos hacia todos lados que podían (el límite lo marcaba la presencia de otro local de comidas). Nos ubicamos en una mesa y pedimos una pizza ai funghi. Mientras esperábamos descubrimos que habíamos hecho una mala elección de lugar! Nuestros vecinos fumaban como chimeneas!!!! Encima en la mesa de al lado había una pareja que sólo tomaba alcohol y encendían un cigarrillo tras otro. Qué poca consideración que tiene el fumador por los que están alrededor. Qué estuviésemos al aire libre no impedía que ese espantoso olor y el humo cargado de sustancias cancerígenas y tóxicas llegase a los que estábamos a poca distancia. No bien terminamos de comer nos retiramos.


Aún no teníamos fotografías nocturnas. Seba se entretuvo largo rato con la cámara de fotos y su trípode. La noche resalta aún más el brillo que tienen algunas calles como Placa; daba la impresión de que el suelo estaba mojado, pero no, sólo era el reflejo de las luces.




Queríamos sacar unas fotos en el palacio del rector, pero… justo en ese momento una pareja de lesbianas acaparó la puerta del lugar, y se sacaron cientos de fotos la una a la otra en todas las posiciones imaginables, tardando tanto que apenas pudimos capturar parte de la belleza del lugar en nuestras fotos.

Y una vez más subimos los 380 escalones, sin cruzarnos a nadie en todo el recorrido. Voy a reconocer que me dio cierto miedo subir la escalera de noche, sin saber si no iba a aparecer un delincuente de algún costado. Me dio la sensación de estar caminando por un callejón angosto y  solitario.  Tal vez estoy demasiado acostumbrada a vivir en un lugar inseguro, que me da la impresión de que en todos los lugares va a ser igual. Por suerte todo quedó en un miedo y no sucedió nada. Es más, cuando llegamos a la casa, los Peric estaban tomando algo en el patio, disfrutando de la luna llena.

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