jueves, 30 de mayo de 2013

Parque Nacional El Palmar (parte 2)

By Sole

Retornamos al inicio del sendero haciendo el mismo recorrido que habíamos hecho previamente. Cerca del estacionamiento, había un banco de madera donde nos dispusimos a recargar energía con las provisiones que habíamos llevado. Todo el tiempo que estuvimos sentados un pájaro acostumbrado al contacto con los humanos nos atosigó! Si íbamos hacia el auto, enseguida lo teníamos caminando por el techo del mismo, volvíamos al banco, él también venía. Cuando finalmente regresamos al auto para continuar con el paseo, desapareció!
Volvimos al camino principal, dirigiéndonos hacia el sitio histórico y la playa, donde estacionamos.
A pocos metros ya se veían las ruinas de la Calera del Palmar de origen jesuítico que estaban delimitadas con vallas y/o alambres seguramente para evitar un mayor deterioro. Pasando esto ya se veía la playa y el río Uruguay. Había unos bancos con vista la costa que en ese momento tenían la sombra, ideales para sentarse a tomar mate.

Ruinas de la Calera

Decidimos dejar el auto en este lugar y emprender el sendero que comunicaba con el Centro de Visitantes, que en un punto se bifurcaba permitiendo hacer una caminata entre los árboles o ir bordeando río pasando por diferentes cañoneras. Fuimos por uno y volvimos por el otro.
En el área del centro de visitantes, había algunas cabañas, una zona para acampar, una proveduría con precios abusivos, y un galpón con infografía sobre la flora y fauna del lugar.
Seba que ya había visitado el parque en reiteradas oportunidades me había advertido sobre la presencia de vizcachas y largatos overos. De las primeras no vimos ninguna, pero de los segundos, sí! 
La temperatura había ascendido bastante haciendo inútiles los termos; el agua que habíamos llevado estaba caliente! Como queríamos tomar algo frío, bajamos la cabeza y sucumbimos ante el monopolio del lugar, comprando una bebida en la proveduría. Nos sentamos en unos de esos bancos con mesa de cemento característicos de los campings, y nos hidratamos. A unos 2 metros teníamos una tapa de cemento bajo la cual debía haber un pozo. Yo que no soy muy amiga de la fauna estaba super atenta, mirando para todos lados porque no quería tener contacto alguno con esos lagartos que había visto en fotos. "Seguramente debajo de esa tapa vive un lagarto, espero que no salga!", vaticiné. Como no podía ser de otra manera a los pocos minutos el bicho salió de su guarida. "Ahhh!!! un lagarto!!!", fue lo que grité apenas lo ví, alertando a Seba la presencia de ese horrible monstruo prehistórico. Enseguida levanté mis pies del suelo, mirando atentamente, dispuesta a correr ante cualquier acercamiento del lagarto. Una verdadera valiente!!! Sabía que no me iba a hacer nada, pero igual me generaba repulsión.

Lagarto saliendo de su casa
Al ratito se dio media vuelta y volvió a su escondite. No le interesó lo que sucedía en el exterior.
Dimos una vuelta más por el lugar viendo si había algo más para hacer. Caminamos hacia el inicio del sendero El Mollar, el cual no recorrimos por desconocer si estaba habilitado o no, dado que en la entrada al mismo había una barrera (tal vez solo era para impedir el tránsito vehicular). Cuando ingresamos al parque nos informaron que el camino al Mirador del arroyo Los Loros no se encontraba habilitado, pero nada sobre este.
Cerca de la entrada al sendero el Mollar, de un gran caño salió un gran lagarto, que me produjo aún más rechazo que el anterior. Seba muy entusiasmado quería acercarse para sacarle fotos, mientras que yo cada vez me alejaba más. Luego de hacer su aparición, caminó unos metros por el pasto hasta llegar a una zona soleada donde se quedó quieto asoleándose.


Lagarto tomando sol
Volvimos por el camino de las cañoneras hacia el auto. En el trayecto vimos 2 "hermosos" lagartos más.

Vista desde una cañonera

Aun era temprano y el día estaba divino. Decidimos volver al estacionamiento del mirador de La Glorieta, pero esta vez manejé yo! Había muy pocos autos, lo que lo hacía un bueno lugar para el hacer uso del casi inutilizado registro de conducir. Sin chocar, pisar humanos ni carpinchos, recorrí todo el camino principal hasta llegar a la entrada. Ups!!! tan concentrados estábamos en lo que yo estaba haciendo frente al volante que no vimos la entrada al mirador. Media vuelta. De nuevo el mismo caminito hasta llegar al lugar que nos habíamos puesto como destino. Tomamos unos mates y las nubes nos advirtieron que era una buena idea volver a Colón. Había lluvias anunciadas para esa noche...

anterior/ siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario