miércoles, 26 de junio de 2013

Villa La Angostura - Sendero Bosque de Arrayanes (parte 1)

By Sole

Nos levantamos y seguía lloviendo!!! Desayunamos más o menos lo mismo que el día anterior, y nos aprontamos para salir, teníamos la idea de ir al Bosque de Arrayanes.
Esa mañana, antes de salir, decretamos la defunción de mis zapatillas Hi-Tec. En la larga caminata del día anterior se le desprendieron unos turulitos de plástico por donde pasaban los cordones, que estaban agarrados por un elástico que se desintegro. Tal vez alguien con maña lo podía arreglar, nosotros con nuestra incapacidad para las manualidades, no! El mayor problema era que me quedaba con un solo par de zapatillas, y si se mojaban iba a terminar paseando en ojotas.
Teníamos algo más de 3 km hasta el inicio del sendero; decidimos tomar un taxi para ir hasta ahí. A las 10:00 salimos de la hostería en el auto.
Bajamos frente al estacionamiento que estaba delante del cartel que decía “Istmo de Quetrihue”, la porción angosta de tierra, entre la Bahía Brava y la Bahía Mansa. Divisamos la oficina del guardaparques, y el inicio de los senderos. El sendero Arrayanes estaba cerrado!!!
Fuimos a visitar al guardaparques, que nos cobró la entrada al Parque Nacional Arrayanes, $20 por persona, y nos explicó que el sendero Arrayanes estaba cerrado porque había parte del entarimado dañado. Pero podíamos tomar el sendero que conducía a las Miradores y de ahí empalmar el otro en el KM 1. Nada grave…
Nos advirtió que el sendero a los miradores era de “Dificultad alta”. Mmm, sospeché que tendríamos que escalar rocas y subir pendientes de más de 45º, pero nada de eso sucedió. Nuestra teoría más probable es que ante esas palabras la gente se asusta y decide tomar el catamarán hacia el bosque de Arrayanes en lugar de caminar por un sendero tan dificultoso, y ellos reciben una comisión por los pasajes vendidos; seremos un poco paranóicos???  Un poco enrevesado, pero no me extrañaría que fuese cierto.
A las 10:25 hs comenzamos a caminar. Cuando nos dirigíamos hacia el inicio del sendero un perro marrón, bastante grande nos dio la bienvenida, lo llamamos “Grandote” por su tamaño. Tal vez estaba ahí para comerse a los que no pagaban el ingreso al parque!!!
El camino comenzaba en unas pseudoescaleras, con escalones confeccionados con 3 tablas de maderas verticales, una al frente y una a cada costado; el piso del escalón: tierra, cenizas, y polvos varios. Continuaba en una senda de menos de 1 metro de ancho, algo ondulante, con pequeños desniveles ascendentes y descendentes durante los primeros metros.
Estaba bastante nuboso, y no se podía ver nítidamente hacia afuera, donde teóricamente estaba el lago; parecía que estábamos dentro de una nube. De a poco comenzaron a aparecer varios tramos ascendentes, en los que nos subía bruscamente la temperatura. 

Un paseo por las nubes

Unos metros más de ascenso, y llegamos a una trifurcación del camino “Miradores” por un lado, “Arrayanes” por otro, y “VLA” por donde habíamos venido.

Elige tu propia aventura!

Con gran incertidumbre, sin saber si al regreso el tiempo iba a estar mejor o peor decidimos tomar el camino de los miradores para ver que se veía. Luego de caminar unos metros más, llegamos hasta otra bifurcación: “Mirador Brazo Norte” y “Mirador Bahía Mansa”.
Tomamos el camino de la derecha, el que conducía al Brazo Norte. En pocos minutos, y tras un recorrido con poca pendiente llegamos al mirador. Las nubes bajas no nos permitían ver demasiado, pero unos 10 días después íbamos a tener gran revancha!

Retrocedimos sobre nuestros pasos y seguimos hacia el sendero de Arrayanes, al que llegamos pocos minutos después. En el empalme, el camino se ensanchó, y nos topamos con un cartel que decía “Bosque de Arrayanes 11 Km”, hacia ahí iríamos!!! Ya habíamos caminado 1,5 km. Este sendero pertenecía a la Huella Andina, y cada tantos metros estaban los característicos carteles con una línea blanca y una celeste. A decir verdad, esta señalización estaba de más, porque era prácticamente imposible que alguien se perdiera, por lo ancho de la senda y lo pisoteada que estaba.
Unos metros después dejamos atrás un mirador bastante civilizado, un deck con un largo banco de madera, que apareció a nuestra izquierda. Cada tanto aparecía algún desnivel hacia arriba o hacia abajo. Entre el kilómetro 1 y 2 nos encontramos con la primera bajada fuerte, que iba precedida por un cartel que advertía a los ciclistas que se venía un “Dangerous Slope” o pendiente peligrosa, y que debían llevar la bici en la mano. Unos kilómetros más adelante ya nos comenzamos a cruzar con los ciclistas y pudimos comprobar que prácticamente nadie respetaba esos carteles, y bajaban a toda velocidad!!!
Casi todo el camino estaba bordeado por árboles, que en algunos sectores conformaban una especie de techo, protegiéndonos de las lloviznas intermitentes.
A las 12:00 hs llegamos a los 6 Km. Nos detuvimos 5 minutos en el bosque de lengas para descansar. Comimos unas barritas de cereal y nos hidratamos. Estábamos con todas las pilas para seguir adelante!!!

Listo para seguir!

No sé si estábamos muy motivados o la distancia estaba mal medida, pero muy rápidamente, en menos de 10 minutos, llegamos al cartel "7 km". De a poco las lengas fueron reemplazadas por altos coihues.
Entre el kilómetro 7 y 8 nos encontramos con varias subidas, lo que hizo que la marcha fuese un poco más lenta.
En algún punto entre el kilómetro 8 y 9, nos llamó la atención un ruido. “Toc, toc, toc, toc”. Nos detuvimos bruscamente, y haciendo el menor ruido posible comenzamos a buscar de dónde provenía el sonido. Lentamente fuimos scaneando los árboles que teníamos a la izquierda, y pudimos identificar a laborioso pájaro carpintero gigante, que metódicamente golpeaba con su pico un árbol. Estábamos de suerte! Nos quedamos un rato mirándolo. Seba justificó el haber llevado los largavistas, que nos permitieron tener una imagen mucho más nítida de lo que estaba sucediendo ahí arriba. 
No nos podíamos quedar todo el día mirándolo, así que lo dejamos seguir masacrando el tronco en paz, y seguimos caminando.
Para nuestra sorpresa, alrededor del kilómetro 10, otra vez escuchamos un “toc, toc, toc, toc”. Otro woodpecker??? Nooo, mucho mejor aún!!! Una pareja de carpinteros!!! Primero localizamos al macho con su penacho rojo, picoteando furiosamente la corteza del árbol, y unos centímetros más abajo, la hembra, que en lugar de trabajar estaba graznando, tal vez quejándose de su pareja. Un espectáculo impagable!!! Ya podíamos darnos por satisfechos por ese día! Había valido la pena caminar todos esos kilómetros para ver estos pájaros.

Con esfuerzo se puede ver un pájaro negro con cresta roja y más abajo uno blanco y  negro

Otro de los ruidos que nos llamó la atención fue el “crujido” de las ramas secas de los coihues, que chirriaban como herrajes de puertas viejas sin adecuada lubricación. Parecía que estábamos en una casa embrujada, donde se abrían puertas a nuestro alrededor.
Cerca del kilómetro 11, apareció el desvío a la laguna Patagua, una de las 2 que existen en la península de Quetrihue. Nos desviamos hacia ahí, llegando en pocos minutos. Nos sentamos en unos troncos a la orilla de la laguna, donde comimos unas frutas secas, y tuvimos que vendar mi pierna. Los días anteriores había estrenado unos pantalones de trekking desmontables, que unos centímetros por encima de las rodillas tenía un cierre. Una rebarba de éste, me había ido rozando repetidamente el muslo, hasta provocarme una escoriación. A esta altura, ya había comenzado a molestar. Así que sacamos de nuestro botiquín de montaña la cinta adhesiva blanca, y me vendé la cara antero-interna del muslo en la zona en que estaba ubicado el cierre. La próxima vez que compre un pantalón voy a pensar muy bien, si lo quiero desmontable o no!
Retornamos al camino original, luego de esquivar bosta que estaba comenzando a fermentar e inundaba de olor desagradable el área.
Retornamos al camino principal, a los costados del cual se fue incrementando la cantidad de arrayanes. Si bien durante el camino habíamos visto grupos de 2 o 3 arrayanes, acá estábamos entrando al bosque propiamente dicho. Aparentemente, cuando uno toca el tronco de estos árboles, siente que el tronco es frío. No sé si será verdad, porque en general tengo las manos frías, y no he notado gran diferencia térmica las veces que los he tocado.
A medida que nos fuimos acercando al final del recorrido, nos fuimos cruzando con más personas en bicicletas e incluso caminando, muchos de los cuales habían llegado al extremo de la península en la lancha y hacían el retorno caminando.
Desde el kilómetro 6, hasta el 12, incluyendo el desvío a la laguna Patagua y las paradas para sacar fotos y ver a los carpinteros, tardamos 1:40 hs. Se puede hacer en menos de ese tiempo, de hecho, en la vuelta tardamos 1:15 hs.

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