jueves, 1 de agosto de 2013

San Martín de los Andes - Lanín cara sur y escorial de lava

By Sole

Ya en el Parque Nacional Lanín, la combi se detuvo para que fuésemos a pagar la entrada ($20 los nacionales, $50 los extranjeros) y hacer una visita técnica a los sanitarios. A diferencia de lo que habíamos visto en el Parque Nacional Los Alerces 2 años atrás, estas entradas tenían una vigencia de sólo 24 hs, en lugar de 48 hs. Tal vez “no subieron el precio” pero si acortaron su duración; seguramente tecnicismos para no decir que las cosas suben de precio.

Seguimos bordeando el lago, hacia el oeste, cambiando nuevamente las características de la vegetación. Atrás había quedado la estepa, de a poco fueron apareciendo arbustos que terminaron en un bosque de coihues, lengas, roble pellín y raulí. Dejamos de ver al volcán, y fuimos ascendiendo hasta aproximadamente los 1000 metros, por un camino de cornisa, teniendo una linda vista del lago desde arriba. De a poco fuimos descendiendo, hasta llegar al territorio de la Comunidad Mapuche Cañicul. La combi se detuvo en Bahía Cañicul, donde había un restaurante regenteado por esta comunidad, punto de parada de la mayoría de las excursiones.
Cuando habíamos contratado la excursión, en la agencia nos habían dicho que podíamos comer en este restaurante o llevarnos nuestra propia vianda. Teniendo vasta experiencia en restaurantes sugeridos por guías de excursión, optamos por la segunda opción; no fuimos los únicos. Cuando bajamos a orillas del lago, el guía preguntó quienes iban a comer al restaurante, y la respuesta final fue “nadie”, todos habíamos llevado nuestra propia comida. Creo que el guía se quedó sin comer.
En Bahía Cañicul, además del restaurante, había una playa de arena volcánica marrón oscura, intercalada con piedras, un área de acampe con baños y proveduría. Comiéramos donde comiéramos teníamos un poco más de una hora para hacerlo. Caminamos un poco bordeando el lago, pasando entre carpas, autos estacionados y parrillitas, hasta encontrar unas piedras más solitarias, con una vista privilegiada, donde nos sentamos a comer los sandwichs (jamón y queso, lomito y queso + tomate), que habíamos llevado. Excelente almuerzo!


Desde la piedra donde almorzamos. Lago Huechulafquen y Cerro Los Angeles.

A las 13:50 hs seguimos viaje bordeando la margen norte del lago, hacia el oeste. Pasamos por el inicio de la senda al Cerro Chivo, atravesamos el arroyo Raquitué con su lecho de piedras blancas, y posteriormente el Rucaleufú, con un contrastante lecho oscuro con arenas volcánicas. Luego de cruzarlo, la combi se detuvo para sacar fotos del punto Mirador del Lanín, la vedette del viaje! Aprovechamos también para juntar un poco de agua del arroyo.
La vista de la cara sur es impresionante! se puede ver claramente el casquete glaciar en la punta, una especie de tapón, que si uno presta atención puede divisar los glaciares colgantes, que parecen pequeños, pero en realidad tienen unos 80 metros de altura. Solo el 10% de los que suben al volcán lo hacen por esta cara; se requiera experiencia en escalar en hielo para hacerlo. Es obviamente el lado más peligroso y con mayor mortalidad, sobre todo cuando se mandan solos sin guías y las condiciones climáticas son adversas.
El resto de los vivientes hacen el ascenso por la cara norte, en una expedición que dura 2 días, con pernocte en el refugio de montaña.
Unos metros más adelante volvimos a parar en la capilla de gendarmería de María Auxiliadora de Paimún, junto al lago Paimún. En esta actualmente ya no se celebran misas, y tiene sólo fines turísticos; crea una imagen muy bonita con el volcán en el fondo. Un cartel en el interior decía que los vitrales habían sido inspirados en el libro “El Hobbit” de J.R.R. Tolkien.


Capilla junto al lago Paimún

En los alrededores había muchas araucarias o pehuenes con los conos con piñones en los extremos de las ramas. Estos conos caen a principio del otoño, alrededor de abril, momento en que son recolectados y almacenados para ser consumidos en el invierno. Cuenta la tradición, que cuando los árboles tienen muchos conos, el invierno va a ser muy frío, con grandes nevadas. Este fruto constituye una de las principales fuentes de alimentación del pueblo mapuche; juguemos con la etimología de la palabra, “mapu”: tierra, “che”: gente, gente de la tierra.

Volvimos a la camioneta, y luego de recorrer 2 km llegamos a Puerto Canoa, en el lago Huechulafquen. A ver, juguemos una vez más, “huechu”: grande, “lafquen”: lago, lago grande. Uno de los juegos preferidos de Seba en la Patagonia, armar palabras en mapuche. 
De Puerto Canoa partía el catamarán para hacer la excursión lacustre que teníamos reservada. Ahí no sólo parte el catamarán, sino que también está el inicio de la senda a la cara sur del Lanín (etapa oficial de Huella Andina), un trekking exigente de 12 km que demanda unas 7 horas. Consideramos hacerlo, pero no nos daban los tiempos.
Ya en el muelle, a las 15:00 hs desembarcaron los pasajeros del turno anterior. No bien subimos, nos recibió el guía con caramelos. Nos ubicamos en los asientos interiores del catamarán José Julián; según el guía hay una disposición que dice que el catamarán debe partir con todos los pasejeros sentados en el interior del mismo.
Una vez que estuvimos todos acomodados partimos. El lago tiene una profundidad máxima de 600 metros, y está comunicado con el Epulafquen y el Paimún. Lentamente nos fuimos alejando de la costa, dejando atrás el Lanín. A nuestra izquierda apareció una zona con álamos, árboles no originarios, donde vivía un tal señor Novoa que criaba chivos. Según nos contaron, los chivos de la zona se apareaban en los meses de verano, naciendo las crías en los fríos inviernos, de las cuales perecían un alto porcentaje. Para evitar esto, el buen hombre, durante los meses de verano trasladaba los chivos a una pequeña isla, “la isla de los chivos", que estaba a varios metros de la costa, para evitar que se aparearan. Pasado el verano, los chivos regresaban a tierra firme. A la derecha pudimos ver la isla, que ya no tiene chivos.


Isla de los Chivos a la izquierda, volcán Lanín de fondo. 

Continuamos navegando hacia una angostura que no debía tener más de 50 metros, y poca profundidad, que comunicaba con el lago Epulafquen. En los sectores donde la profundidad era menor, se veía claramente por la transparencia del agua, las piedras y algunos troncos de árboles. El reflejo del sol y la vegetación circundante le daban diferentes coloraciones difíciles de conseguir en la paleta del mejor pintor.
Sorteado el obstáculo ingresamos al Epulafquen, navegando cerca de su costa sur, hasta llegar al escorial de lava, una formación rocosa formada luego de la erupción del volcán Achen Niyeu hace unos 500 años. En dicho sector la lava caliente al entrar en contacto con el agua se solidificó robándole varios metros al lago. En la zona más cercana al agua, han podido crecer varias especies de los árboles habituales de la región, pero debido a la escasez de tierra y oxígeno, se desarrollaron versiones bonsai. Así que había pequeños coihues, maitenes y cipreses. Creo que poder ver el escorial es lo que le da mayor valor a la excursión lacustre; de otra manera hubiese sido imposible acceder a este espectáculo natural (la ruta 62 que recorre la margen sur del Huechulafquen y permite el acceso al sendero Escorial es sólo transitable en vehículos 4x4 por su mal estado, según nos habían informado en la intendencia del parque).


Escorial de lava con los pequeños árboles
En el trayecto nos sirvieron café, jugo de naranja y chocolate. En el escorial giramos y emprendimos el regreso por el mismo lugar por el que habíamos ido. A las 17:00 hs llegamos al muelle.
Regresamos a la camioneta que nos trajo de regreso a SMA, llegando a las 19:00 hs.
Esa noche fuimos a la parrilla “54, la vaca”. Seba se comió una porción abundante de cordero (que se vendieron bajo el nombre de “media porción”), y yo un mini-bife de chorizo que no fue gran cosa. Acompañamos las carnes con papas fritas y ensalada de tomate, zanahoria y palta. Nos hicieron un 15% de descuento por haber ingresado entre las 19-21:00 hs y haber pagado en efectivo (en lugar de decir "te hacemos un recargo del 15% con tarjeta", usaban la manera más "marketinera" de "15% en efectivo").

Caminamos algunas cuadras y regresamos al hotel.

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