miércoles, 29 de octubre de 2014

Recorriendo el ocaso del imperio Khmer

By Sole

Angkor Thom es en realidad mucho más que un templo, es un gran complejo fortificado con cinco puertas o entradas, una orientadas hacia cada punto cardinal y la quinta, la de la victoria, que da directamente hacia el palacio real. Construido a fines del siglo XII, fue la última capital del imperio Khmer.

Ingresamos por la puerta sur y fuimos hacia el multifacético templo budista de Bayon; la imagen más conocida del templo. Esta mega estructura de piedra tiene 37 torres en la mayoría de la cuales hay talladas cuatro caras mirando los puntos cardinales. Aún se debate si el rostro corresponde a Buda, al rey de turno o si es una combinación de los dos. Sin importar quien haya sido el inspirador, realmente impresiona cuando uno se pone a pensar quién y cómo talló eso.


Bayón

En las paredes exteriores hay más grabados, varios de ellos relacionados con actividades de la vida cotidiana. Al ingresar al edificio nos encontramos con una sucesión de pequeños cuartos fríos de piedra, pero la visita no duró mucho... En un momento nos topamos con dos turistas que horrorizados nos dijeron “a bat”. Y ahí nomás tras ver la sombra del mamífero volador “recalculamos” el recorrido y dimos media vuelta.


Bayón
Fuimos bordeando el edificio, observando los detallistas bajorrelieves. A medida que avanzábamos iba incrementándose la cantidad de gente; las hordas de turistas estaban apoderándose del lugar!!! No es de extrañar que en una terraza hayamos encontramos un grupo de individuos con trajes típicos esperando al tour de orientales; no es que sea prejuiciosa, pero los únicos que estaban sacarse fotos con ellos tenían grandes sombreros para protegerse del sol y los ojos rasgados…

Habiendo concluido la caminata por Bayón seguimos hacia el imponente Baphuon, un templo dedicado a Shiva (nótese la mezcla de budismo e hinduismo, ya que la religión del imperio fue cambiando y los edificios se construyeron en distintas etapas). Es uno de los templos en mejor estado producto de su reciente restauración, finalizada en 2011.


Baphuon
A medida que la temperatura iba ascendiendo nos fuimos sacando la ropa. Primero fueron las kurtas de manga larga, luego la parte desmontable de los pantalones de trekking hasta quedar en shorts y remera. Aprovechamos unas piedras que estaban en un patio interno del templo para sentarnos, rehidratarnos un poco y comer parte de lo que nos había quedado el desayuno.

Con las energías repuestas subimos las empinadas escaleras que nos condujeron hacia las terrazas donde había un poco menos de gente –no todos estaban dispuestos a hacer un esfuerzo extra para tener una vista panorámica de los alrededores-.

La siguiente atracción fue Phimeanakas, el templo del rey. Si bien es la edificación escalable más alta de Angkor Thom, no suele ser la gran atracción turística. De hecho, cuando fuimos apenas nos cruzamos con un par de personas recorriendo los exteriores. La única escalera medianamente segura -parecía media escalera por lo angosta y tener baranda solo de un lado- era la de la cara occidental. Los valientes, entre los que no me incluyo, tenían la posibilidad de ascender a un segundo nivel donde según una leyenda vivía una serpiente que se transformaba en mujer con la que el rey estaba obligado a tener relaciones para evitar que las desgracias se expandieran en su reino. El valiente y curioso Seba ascendió la maltrecha escalera original de piedra, pero para su sorpresa en lugar de un ofidio encontró una imagen de un Buda y una mujer que vendía sahumerios de “good luck”. Sin intenciones de hacer una ofrenda en lo alto del templo regresó rápidamente al primer nivel donde yo lo aguardaba ansiosa por saber cómo era todo desde ahí arriba.


La media escalera del Phimeanakas
Toda la gente que no nos cruzamos en Phimeanakas, estaba en la terraza de los elefantes entre los paredones de casi dos pisos de alto y tres cuadras de largo con paquidermos y garudas (pájaros míticos del hinduismo) tallados en las mismas.


Terraza de los elefantes
Fue un punto crítico donde nuestra fobia hacia los tours de turistas ascendió a niveles máximos. Grandes grupos de orientales con mega cámaras de fotos y paraguas que parecían sombrillas caminaban pegaditos impidiendo la libre circulación del resto de los seres vivientes. Respiramos hondo, sacamos alguna foto y escapamos de la muchedumbre.


Hordas de turistas
Siguiendo el recorrido terminamos en la terraza del rey leproso recibiendo el nombre por una escultura hallada en el lugar. El por qué esta estatua generó este curioso nombre no está clara. Algunos dicen que cuando se la descubrió los líquenes que tenía adheridos le daban el aspecto de “leproso” mientras que otros aducen que representa a un rey que padeció la enfermedad.

En pocos minutos recorrimos esta terraza que ofrecía más paredes con diversos grabados muy bien conservados, y siguiendo el “way of visit” sugerido terminamos en unas tolderías que vendían comida. Cuando nos acercamos fuimos asediados con vendedores de productos varios y niños que pedían limosna. Casi hacemos la gran Angelina Jolie y nos traemos un pequeño camboyanito, son una ternura!!!

Guía en mano fuimos a la búsqueda del Preah Palilay, una torre de arenizca budista que nunca encontramos a pesar de haber caminado casi hasta la puerta norte. Eso sí, nunca salimos de los senderos que parecían ultra-transitados; por lo que leímos aún quedan muchas minas anti-personales sin detonar en la región. Estos legados de un pasado violento han generado muchos muertos y una gran cantidad de víctimas que sobrevivieron con secuelas. Es común encontrar bandas musicales con músicos con amputaciones de algún miembro secundarias a explosiones.

Sacamos unas fotos a los Kleangs - edificaciones rectangulares que podrían haber servido de hospedaje a visitantes nobles y embajadores en la época de esplendor- y regresamos al tuk tuk que Chen había aparcado junto a los vehículos de sus colegas.

Un poco más de calor, un poco más de agua, y ya iban más de 1 litro sin que la vejiga acusase recibo. Aún quedaba mucho por delante y la temperatura prometía seguir subiendo. Cada paseo en tuk tuk era un descanso muy placentero con el viento fresco chocando contra las acaloradas áreas descubiertas de nuestros cuerpos.


Tuk tuk
Salimos de Angkor thom por la puerta este o puerta de la victoria, discurriendo por un camino más estrecho rodeado de árboles que cada tanto se hacían menos tupidos para dejar lugar a pequeños templos. Hicimos un par de paradas rápidas para visitar algunos de los que no estaban tan concurridos: Thommanon y Chau Sau Tevoda. Salvo la tranquilidad del lugar no tenían nada remarcable comparados con los que habíamos visto previamente.

Un ratito más de descanso en el tuk tuk… qué placer! Cruzamos el río Siem Reap que en esa época del año tenía poco caudal, y seguimos de largo al pasar por Ta Keo que estaba escondido tras grandes andamiajes. Fuimos directamente hacia Ta Phrom, el otro de los tres templos imprescindibles del recorrido.

Ingresamos por la puerta occidental tras acordar con Chen que nos encontraríamos en el estacionamiento aledaño a la puerta oriental, justo en el lado opuesto.
Apuesto a que todos alguna vez ha visto en algún libro, documental o película (Tomb Raider más precisamente) alguna imagen de este monasterio budista. En este se puede ver como la naturaleza fue recuperando el espacio que le había sido expropiado por el hombre. Grandes raíces de árboles invaden las construcciones con las que conviven en simbiosis; de intentar sacarlas, dejando de lado que estaríamos sacándole la magia al lugar, los bloques de piedra se derrumbarían. Hay sectores que no han soportado el efecto de la naturaleza y son escombros.


Ta Phrom: naturaleza vs templo
Como era de esperar estaba repleto de tours!!! Había sectores con entarimados -que iban demarcando un recorrido- por los que era prácticamente imposible circular. Lo bueno era que cuando nos apartábamos apenas un par de metros del trayecto encontrábamos recovecos apenas visitados, ideales para observar los detalles y sacar fotos sin tener que esperar.


Un recoveco de Ta Phrom sin gente
Para salir del lugar tuvimos que unirnos a las hordas de los entarimados. Uno de los momentos más insólitos fue cuando el tránsito se estancó porque había gente de la "fila” sacando fotos a un andamio!!! Increíble!!!

Tras esquivar gran cantidad de vendedores volvimos al tuk-tuk que nos condujo hacia el último destino: Banteay Srey. Apenas era el medio día y ya estábamos agotados… si bien el lugar estaba un tanto deteriorado le dedicamos bastante tiempo por todos los descansos que nos tomamos.

Ya estaban agotadas las reservas de agua por lo que fuimos en búsqueda de los vendedores, cosa que no nos costó mucho. Compramos agua y un ananá pelado que venía hincado con cuatro palitos de brochete. En un abrir y cerrar de ojos nos comimos el dulce y jugoso pineapple, uno de los mejores que probé en mi vida!!!


mmm, ananá... qué rico!!!
Mientras esperábamos a Chen que había ido a almorzar caminamos un poco por los alrededores hasta el Srah Srang, una especie de tarima de piedra frente a un lago donde se bañaban y jugaban los niños de lugar; según nuestra guía una opción menos turística para ver el amanecer. No me llama la atención que atraiga poca gente, no creo que tenga comparación con un amanecer en Angkor Wat…


Niños jugando en el lago
Rechazamos la oferta que nos llegaban de los puestos de comida que había junto a esta estructura de piedra, y volvimos al tuk tuk que nos llevó de regreso al hotel. El recorrido por los templos había culminado!!! Los choferes de tuk-tuk replican un recorrido estándar, aunque hay más cosas para ver si la estadía es de varios días. Nosotros estábamos agotados, y 6 horas nos habían bastado para llevarnos la mejor impresión de Angkor.

De haber estado un día más en la ciudad tal vez hubiésemos alquilado una bicicleta para hacer el mismo recorrido y volver a visitar los lugares que más nos gustaron, con más tranquilidad, yendo a contramano de la masa de gente. 

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