lunes, 1 de diciembre de 2014

Se acaban las vacaciones: último día en Samui...

By Sole

1 de marzo de 2014

Desayunamos sin ningún tipo de apuro, y salimos a caminar por la playa, hasta que se nos acabó! Qué hacemos??? O regresábamos varios cientos de metros para atrás, o...nos metíamos en un hotel con salida a la calle. A pesar del cartel "Private Property" ingresamos al sector de pileta y como si conocieramos el lugar caminanos hasta la salida. No les puedo contar el stress que pasé esos minutos...
En el trayecto no nos cruzamos con nadie hasta la calle, donde nos saludó el hombre de seguridad y nos preguntó hacia donde íbamos. Cuando le contestamos que hacia el “Big Buddha”, nos indicó que tomáramos un tuk tuk, oferta que rechazamos. Nos pronosticó que caminando íbamos a tardar tres horas en llegar.

Hicimos caso omiso de la recomendación, y continuamos a pie. Por el mapa sabíamos que teníamos que seguir caminando por esa calle y girar a la izquierda en Soi 8. La tranquilidad del paseo sólo se vió interrumpida por un bicho que parecía una avispa que me picó en la espalda. Evidentemente hay que usar repelente a toda hora!

Sin dificultad encontramos el cartel que indicaba “Soi 8”, un callejón secundario con menos tránsito que se adentraba en una zona no turística (en el sentido que no había resorts ni negocios) pero sí algunas casas de veraneo en alquiler. Cada tanto pasaba algún auto o moto, pero no mucho más. Siguiendo la callejuela terminamos nuevamente en la calle principal que bordea la isla; habíamos tomado un atajo que nos ahorró una gran vuelta que da en el extremo norte.


Nuestro atajo: Soi 8
A medida que fue pasando el tiempo el sol se fue apoderando del lugar y se hacía sentir. Pasamos por el primer 7Eleven que nos cruzamos para comprar agua fresca, y seguimos hacia el Buda, el cual fue fácil de encontrar por su tamaño y ubicación.

Para alguien que no es budista no es más que una imagen imponente que merece ser fotografiada; para un budista sospecho que será mucho más que una atracción turística. Está ubicado en una zona a la que se accede por una escalinata que hay que subir descalzo; los zapatos quedan abajo vigilados por la mirada del gran Buda. La escalera de acceso tenía un sector con baldosas blancas por donde se debía circular, y el resto con baldosas rojas-bordo. “White tiles no hot” anunciaba el cartel, doy fé que no quemaban, a diferencia de las oscuras que hervían!


Big Buddha
El Big Buddha estaba rodeado de diferentes imágenes de Budas de menor tamaño, y más externamente por una galería con campanas, que algunos feligreses tocaban con un palo que le “prestaban” a cambio de tip. Realmente no era gran cosa...

A seguir caminando!!! Volvimos a la calle y unos metros más adelante nos metimos en una playa donde había botes y redes de pescadores. Esquivamos un par de hombres que estaban acomodando las redes, pasamos una zona con veleros, unos muellecitos y llegamos a las playas más aptas para sentarse y bañarse en el mar que justamente estaban delante de los hoteles. Era mucho más tranquilo que Chaweng, con menos gente, y casi ningún puesto de comida ni de thai massage.


Qué pescamos hoy?
Luego de tanta caminaba bajo el sol merecíamos un descanso y refrescarnos un poco. Dejamos la ropa en la arena y nos metimos al mar. Seba que parece un boyscout (siempre listo!), sacó del bolso sus antiparras y se fue a nadar.


Aquaman
Post- baño seguimos caminando por la playa hasta que apareció un peñasco rocoso infranqueable que nos obligó a salir a la calle por donde caminamos algunos metros. A nivel del restaurante “Orgasmic” (estaba recomendado en la guía, y completamente vacío a pesar de que ya eran las 12 del mediodía) volvimos a la playa, teniendo que obviamente atravesarlo. Ya se estaba convirtiendo en una costumbre atravesar la propiedad privada para acceder o salir de la playa; nadie parece contemplar la idea de que alguien quiera caminar o visitar una playa alejada de su hotel. Igual en este caso no me voy a quejar de la falta de accesibilidad porque este sector no me gustó para nada; la arena estaba llena de conchillas y piedritas haciendo que la caminata sea solo apta para faquires!!!

Pasamos delante de un par de bungalows que daban directamente a la playa, y tras cruzar una especie de arroyito de escasa profundidad que se conectaba con el mar llegamos a la zona de Bo Phut propiamente dicha con sus hoteles y turistas. Las características de la arena seguían siendo las mismas lo que es una gran desventaja a la hora de hacer una caminata por la orilla o bañarse en el mar.

A la altura del muelle de Bo Phut nos metimos hacia la calle que discurre paralela a la playa donde están todos los restaurantes, y lo que las guías describen como “las casitas características del pueblo de pescadores”. Había algunos locales de comida abiertos y muchos cerrados. De los abiertos casi ninguno tenía precios acordes a lo que veníamos pagando en Chaweng. Y las construcciones de la “Fishermen Village” ni siquiera las identificamos. Un fiasco este lugar!!! De mi parte recibe un “avoid”.

Continuamos caminando hasta que encontramos un cartel con la flecha que indicaba la salida hacia la main road. Sin haber encontrado ningún restaurante atractivo en aspecto y precio decidimos volver a Chaweng para almorzar y descansar tras haber estado caminando durante 2:30 hs bajo el sol.

En la calle principal tomamos un taxi-colectivo público, camionetitas con la parte trasera semi-abierta con un determinado recorrido en el que uno se puede subir o bajar en cualquier punto, sin paradas pre-establecidas. Lo paramos, le preguntamos el precio hasta Chaweng (100 BHT cada uno, sabíamos que el taxi estaba alrededor de 400 BHT), y subimos.


Taxi-colectivo
Habremos estado dando vueltas unos 30 minutos hasta que llegó un punto en el que paró y nos indicó que el recorrido había terminado. Sin identificar bien en que parte de Chaweng estábamos, bajamos. Atravesamos una galería que tenía un Mc Donald’s y llegamos a la calle paralela a la playa. Sin encontrar un acceso público, una vez más nos metimos en un hotel. Esquivamos la recepción, caminamos por un caminito que pasaba frente a las habitaciones hasta el acceso a la playa que estaba junto a la pileta. Tampoco nadie preguntó ni dijo nada.

En la playa comenzamos a caminar hacia el norte; era una zona por la que ya habíamos caminado el día previo. Respiramos aliviados, no estábamos perdidos! Comimos en un olvidable restaurante ubicado junto a la pileta de un hotel que tenía un cartel que decía “Pizza- Ham, Cheese, Bolognese, vegetarian 180 BTH”. 

Ante la escases del almuerzo Seba se tentó con un pincho de pollo agridulce en un carrito que nos cruzamos en el camino. Pagó los 20 BHT y se fue caminando feliz con su palito de brochete.


Pincho de pollo
Un baño más en el mar y llegamos al hotel donde nos ubicamos en un par de reposeras frente a la pile. Buscamos algo para leer, unos snacks y bananas, completando de esta manera el almuerzo…  Y para rematarla un par de mojitos! Seba llevaba varios días antojado con esta bebida, así que era en ese momento o nunca.  El bar del hotel con la excusa del “happy hour” te daba 2 tragos al precio de 1; era tan caro que en realidad eran 2 tragos al precio de 2.


Mojito en la pileta
La tarde de relax continuó con una caminata por el mar, más precisamente por la explanada de agua que teníamos frente al hotel –sólo estaba interrumpida por un par de bancos de arena. Tras haber caminado unos 200 metros mar adentro nos recostamos en el agua y nos quedamos mirando lo que sucedía a nuestro alrededor.

Con la piel toda arrugadita volvimos al hotel para acondicionarnos para la cena: la última de Koh Samui, y al mismo tiempo la de nuestro 47º cumple mes.

Fuimos caminando por la playa, pasando junto al lugar donde se había llevado a cabo minutos antes una ceremonia de casamiento. Estaba la novia con su vestido blanco sacándose fotos sobre un elefante en la mismísima playa. Cosas que sólo se ven en Asia.


mmm, llego en auto o elefante???
Unos metros más adelante encontramos el restaurante del Chalala Samui Resort, ubicado sobre la playa; mesas y sillas estaban acomodadas directamente sobre la arena, sólo alumbradas por la luz de las velas. Nos pareció una opción muy adecuada para esa noche. Si bien cuando llegamos (pasadas las 18:30 hs) había algo de luz, rápidamente oscureció. Era una noche sin luna, lo que hacía resaltar el brillo de las estrellas en el oscuro cielo despejado. En el restaurante de al lado había show!!! Un hombre tocaba y cantaba oldies en inglés, dándole un toque romántico extra a la cena.


Cena de cumplemes
Pedimos un mango shake (ya se estaba transformando en una costumbre), un phad thai shrimps, fried vegetables with chicken and rice, y de postre un crep con trocitos de ananá mezclado con una especie de jarabe. Yummy! 

Culminada la cena volvimos al hotel a armar las valijas ya que al día siguiente teníamos que hacer el check out a las 7:30 hs para tomar el vuelo hacia Bangkok. Se nos estaba acabando la joda…

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