martes, 15 de diciembre de 2015

Con un pie en Asia y el otro en Europa!

By Sole

Diciembre 2014

Habiendo concluido las tareas de Seba comenzaban las verdaderas vacaciones, cortitas pero vacaciones al fin. Atrás quedó el lado asiático de Estambul cuando nos subimos a un taxi para ir hacia el europeo…  un viaje que fue toda una aventura.

Antes de subir al taxi, el chofer (con indiscutible cara y bigote de turco) ya nos avisó que uno de los puentes estaba colapsado de tránsito y que debía tomar el “segundo puente”. Aún no sé a qué se refería con primero  o segundo puente… Durante las primeras cuadras todo fluyó bien, pero a menos de 5 minutos de haber salido nos encontramos con uno de los tan temidos atascamientos descriptos en todas las guías y blogs que hablan de la ciudad. Parece que es inevitable subirse a un vehículo y llegar a destino sin caer en un “traffic jam”!!! Sin exagerar un 90% del trayecto fuimos casi a paso de hombre!!! La pasividad con la que avanzábamos en un par de oportunidades fue interrumpida por maniobras intempestivas comunes a los taxistas de cualquier parte del mundo. De repente divisaba un pequeño hueco y se cruzaba los tres carriles que tenía la autovía para avanzar unos 15 o 20 metros más rápido, y después volvía a repetir la maniobra en sentido contrario. No sé como hizo para esquivar todos los autos que teníamos al lado sin chocar…

Para hacer el viaje más interesante, el señor canoso de unos 60 años y ojos negros que conducía el auto estaba lleno de secreciones respiratorias… se pasó todo el trayecto “gargajeando”, bajando la ventanilla para escupir sus pollitos. Más allá del asco rogábamos que tuviese cualquier cosa menos una tuberculosis!!! Lo que faltaba, habiendo zafado de la malaria, el ébola y la mosca tse tse en África y Sudeste asiático, agarrarnos una tuberculosis en un taxi!!!

Además del ruido del moco, el ambiente estaba musicalizado con música local incluido el clásico “habibi…”. Completito!!!



Del recorrido lo único remarcable es que Seba pudo ver el exterior del estadio del equipo local Galatasaray. No podría decir si el camino tomamos era el más directo o si el hombre nos paseo por media ciudad… un misterio que nunca develaremos.

No bien entramos en la zona de Sultanahmet el ambiente cambió completamente, fue como pasar de un país a otro. Por todos lados había locales de venta de vistosos souvenirs –muy bonitos por cierto–  y no faltaban los Mc Donald’s y Burger King con sus marquesinas contaminando visualmente el lugar. Giramos para un lado, para otro y finalmente llegamos al Dosso Dossi, un hotel muchísimo más coqueto y turístico que el Ramada de dónde veníamos. Fue aquí nuestro primer contacto con los “lokum” o “turkish delight”, una especie de bombón de fruta gelatinoso que en esta oportunidad tenía pistachos.

Luego de dejar el equipaje en recepción, agarramos los paraguas y bajo la persistente llovizna nos fuimos a descubrir lo que tenía para ofrecernos esta parte de la ciudad. No tuvimos que caminar mucho, a menos de 200 metros nos encontramos con uno de los edificios más icónicos de Estambul: Hagia Sophia!


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