By Sole
Diciembre 2014
Habiendo
concluido las tareas de Seba comenzaban las verdaderas vacaciones, cortitas
pero vacaciones al fin. Atrás quedó el lado asiático de Estambul cuando nos
subimos a un taxi para ir hacia el europeo…
un viaje que fue toda una aventura.
Antes
de subir al taxi, el chofer (con indiscutible cara y bigote de turco) ya nos
avisó que uno de los puentes estaba colapsado de tránsito y que debía tomar el
“segundo puente”. Aún no sé a qué se refería con primero o segundo puente… Durante las primeras
cuadras todo fluyó bien, pero a menos de 5 minutos de haber salido nos
encontramos con uno de los tan temidos atascamientos descriptos en todas las
guías y blogs que hablan de la ciudad. Parece que es inevitable subirse a un
vehículo y llegar a destino sin caer en un “traffic jam”!!! Sin exagerar un 90%
del trayecto fuimos casi a paso de hombre!!! La pasividad con la que
avanzábamos en un par de oportunidades fue interrumpida por maniobras
intempestivas comunes a los taxistas de cualquier parte del mundo. De repente
divisaba un pequeño hueco y se cruzaba los tres carriles que tenía la autovía
para avanzar unos 15 o 20 metros más rápido, y después volvía a repetir la
maniobra en sentido contrario. No sé como hizo para esquivar todos los autos que
teníamos al lado sin chocar…
Para
hacer el viaje más interesante, el señor canoso de unos 60 años y ojos negros
que conducía el auto estaba lleno de secreciones respiratorias… se pasó todo el
trayecto “gargajeando”, bajando la ventanilla para escupir sus pollitos. Más
allá del asco rogábamos que tuviese cualquier cosa menos una tuberculosis!!! Lo
que faltaba, habiendo zafado de la malaria, el ébola y la mosca tse tse en
África y Sudeste asiático, agarrarnos una tuberculosis en un taxi!!!
Además
del ruido del moco, el ambiente estaba musicalizado con música local incluido
el clásico “habibi…”. Completito!!!
Del
recorrido lo único remarcable es que Seba pudo ver el exterior del estadio del
equipo local Galatasaray. No podría decir si el camino tomamos era el más directo o si el hombre nos paseo por media ciudad… un
misterio que nunca develaremos.
No bien
entramos en la zona de Sultanahmet el ambiente cambió completamente, fue como
pasar de un país a otro. Por todos lados había locales de venta de vistosos
souvenirs –muy bonitos por cierto– y no
faltaban los Mc Donald’s y Burger King con sus marquesinas contaminando
visualmente el lugar. Giramos para un lado, para otro y finalmente llegamos al
Dosso Dossi, un hotel muchísimo más coqueto y turístico que el Ramada de dónde
veníamos. Fue aquí nuestro primer contacto con los “lokum” o “turkish delight”,
una especie de bombón de fruta gelatinoso que en esta oportunidad tenía
pistachos.
Luego
de dejar el equipaje en recepción, agarramos los paraguas y bajo la persistente
llovizna nos fuimos a descubrir lo que tenía para ofrecernos esta parte de la
ciudad. No tuvimos que caminar mucho, a menos de 200 metros nos encontramos con
uno de los edificios más icónicos de Estambul: Hagia Sophia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario