jueves, 11 de abril de 2013

Budapest - Primera impresión

By Sole

Mayo 2012

Luego del memorable viaje llegamos a la estación de tren de Deli pályaudvar o Deli pú, en el lado oeste del Río Danubio. Rápidamente perdimos de vista a nuestras compañeras de camarote, con las que no habíamos intercambiado palabras durante las casi 6 horas que duró la tortura.

Fuimos hacia las ventanillas del metro a comprar tickets, sacamos 2 de 320 florines (ft) cada uno; si uno tenía que hacer transbordo con otra línea de metro el precio ascendía a 490 Ft. Bajamos en Deák tér, el punto de confluencia de las 3 líneas de metro. Sin ser la excepción, la plaza en la que estaba la salida y calles aledañas tenía un poco de “zona de estación” como en Buenos Aires (gente con mal aspecto, suciedad, y según algunos blogs que leímos, mayor delincuencia que en otras partes de la ciudad). Rápidamente salimos con las valijas, cruzamos la plaza, y gracias a la orientación de Seba, no sé qué haría sin él, caminamos algunas cuadras y llegamos al departamento que teníamos reservado.

Los departamentos se llamaban Inner City Aparments. Por lo menos el que nos tocó en suerte, era un estudio moderno, amplio, luminoso, que hasta tenía lavarropas. Luego de estar viajando 10 días, no tengan dudas que lo utilizamos! El lavado de ropas ya estaba en los planes desde el momento en que hicimos la reserva del lugar y consecuentemente hasta habíamos llevado jabón en polvo. Mmm, creo que este detalle pone una vez más en evidencia nuestros rasgos obsesivos...

Un rato después ya estábamos recorriendo las calles de la ciudad. Es importante aclarar que la ciudad esta divida en 2 por el Danubio, Buda de un lado y Pest del otro (dónde estábamos nosotros). Caminamos varias cuadras, apreciando la belleza del lugar, las ornamentaciones y detalles del los edificios, que le deban un aire señorial. Contrastaban  mucho de lo que habíamos visto los últimos 2 días en Zagreb.
Finalmente llegamos al puente de las cadenas, el más antiguo y conocido de los que conectan las 2 partes de la ciudad. Cuenta la historia que durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes volaron todos los puentes, por lo que tuvieron que ser reconstruidos. Este puente nuevo se inauguró en 1949, 100 años después del primero. En algunas de las cadenas que conforman la estructura se pueden ver candados con inscripciones, puestos por los enamorados como símbolo de su amor. Es algo que vimos que se repetía en todos los puentes de Europa. En la mayoría de ellos cada tanto el gobierno municipal los saca evitar la sobrecarga del puente, por el peso de los mismos; no creo que los candaditos afectasen tanto esa gran estructura, pero quien sabe…



Una vez del otro lado del puente, fuimos caminando por una especie de costanera que iba bordeando el río. Desde ahí tuvimos una maravillosa vista del atardecer sobre el edificio del parlamento, que majestuoso se erguía en la costa opuesta, y el resto de las edificaciones. Bello, bello, bello.
A esa hora, digamos que serían las 19 hs, había bastante gente andando en bicicleta y corriendo al lado nuestro. Eso no nos llamó tanto la atención como la cantidad de mujeres jóvenes, algunas adolescentes, que estaban sentadas con latas de cerveza o botellas de vino por toda la ciudad.

Edificio del Parlamento

Luego de hacer la visita obligatoria al supermercado, tanto para comprar provisiones como para observar los productos que vendían, esto último me genera mucha curiosidad, nos fuimos a cenar.
Cerca de nuestro alojamiento encontramos un restaurante pequeño y bastante acogedor, con luz tenue y velas en las mesas. Estábamos decididos a probar algo típico del lugar. Pedimos la clásica sopa Goulash, de la que sólo puedo recordar la paprika picante que rápidamente me hizo levantar la temperatura corporal, e hizo que la pelada de Seba comenzará a poblarse de gotitas (cosa que le sucede con los ácidos y picantes). Habiendo sobrevivido a la sopa, seguimos con un pollo con paprika y gnocchi, y cordero con papas. Estos platos estuvieron muy ricos. Estoy casi segura que en lugar de utilizar la paprika picante usaron la más suave, que sería como un pimentón dulce español, que le da un buen sabor sin el efecto irritante. De postre elegimos un puré de castañas con crema que no me resultó muy feliz, se lo comió casi todo Seba.
Rápidamente regresamos al departamento. Cuando llegamos descubrimos que se oían voces que provenían de un bar cercano. Era tanto el cansancio que teníamos que nos dormimos sin problemas a pesar del constante murmullo y risas que venían del exterior.

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