sábado, 7 de marzo de 2015

Cape Town: el city tour

By Sole 

5 de octubre 2014

Cuando nos levantamos ya había amanecido, prometía ser un día soleado. Desayunamos tranquilamente y sin apuros salimos a recorrer Cape Town. Para tener un pantallazo general de la ciudad –sin alquilar un auto- habíamos comprado tickets para el City Sightseeing bus. Este micro rojo, similar a los que circulan en las principales ciudades del mundo, tiene un recorrido pre-establecido en el que los turistas suben y bajan libremente; una combinación ideal de transporte con caminatas, visitas a museos, playas o al lugar que uno quiera! Tengan en cuenta que comprando los tickets por internet hay un pequeño descuento!!!

Al poner un pie en la calle confirmamos lo que sospechábamos: Ciudad del Cabo no es una ciudad para peatones!!! O al menos esa fue la sensación cuando fuimos en la búsqueda del “Two Oceans Aquarium”, el lugar desde donde partía el micrito. Pocas veredas, muchas carreteras con aspecto de autopista en todos sentidos, y en algunas esquinas semáforos que nunca entendí cómo funcionaban!!! Así que la experiencia cruce de calles en Sudáfrica se suma a la de Italia y la India…


Ciudad poco amigable para peatones con autopista suicida...
Recorrimos el kilómetro y algo que nos separaba de la parada en forma exitosa sin terminar debajo de la rueda de ningún auto!!! En la boletería canjeamos el comprobante que nos había llegado por mail por los tickets y los auriculares que nos iban a permitir escuchar la información que iba a ir dando en micro durante el recorrido (se podía optar entre 14 idiomas distintos incluido el castellano).


Welcome to the Red Bus
Minutos después, y ya con bastante calor a pesar de estar en primavera, subimos al red bus. Pasamos por la torre del reloj del Victoria & Alfred Waterfront siguiendo hacia el moderno Cape Town International Convention Centre. Cuando llegamos a Long Street –lo que sería la zona del downtown- hicimos el primer descenso del micro. Caminamos una cuadra y nos encontramos con Greenmarket square y su mercado de artesanos. Pequeños animales, cucharas y fuentes de manera, láminas con motivos de animales, paisajes y mujeres con cántaros en la cabeza, y coloridas ropas de aspecto étnico eran las principales “artesanías” ofrecidas en los puestitos que poblaban el lugar. Apenas bastó con preguntar un par de precios para ver cómo funcionaba el sistema: imprescindible disponer de tiempo para regatear y conseguir un buen precio. Cuando nos acercábamos los vendedores nos alentaban a tocar sus productos con un “touching is free”. Solo echamos un vistazo y seguimos viaje, no teníamos pensado hacer compras en nuestro primer día y personalmente no tenía ganas de jugar al regateo!


Greenmarket
Mientras esperábamos al “yellow bus” para recorrer el downtown aprovechamos para comprar un poco de agua; la temperatura seguía en ascenso… Este recorrido también estaba incluido en el ticket que habíamos comprado.

Lo primero que llamó nuestra atención fue la Catedral de St. George, un imponente edificio de piedra que durante la época del Apartheid siempre tuvo las puertas abiertas para todos sin importar su color.  Pasamos luego por el tradicional hotel Mount Nelson, el distrito 6 –un barrio originalmente multirracial que durante el Apartheid fue desalojado y declarado exclusivo para blancos- que actualmente cuenta con varias manzanas descampadas en las que no se construye como forma de recordar el pasado, el ayuntamiento donde Nelson Mandela dio su primer discurso público tras ser liberado en febrero de 1990, el Castillo de la Buena Esperanza –el edificio colonial más antiguo de Sudáfrica aún en pie- y la calle Strand (“playa” en holandés y afrikaans) lugar donde originalmente llegaba la costa –de a poco se le fue ganando tierras al mar y esta línea se extendió un kilómetro hacia el noreste.


Castillo de la Buena Esperanza con Table Mountain de fondo
Una media hora después estábamos nuevamente en la parada desde la que habíamos partido. Antes de subirnos al red bus dimos otra vuelta por Greenmarket. Al ser domingo la mayoría de los locales de la zona se encontraban cerrados; sólo los puestos artesanales, un local de comidas rápidas, dos bares y la iglesia metodista, donde justo en ese momento estaba culminando uno de sus servicios dominicales, daban vida al lugar. Estuvo bueno visitar el área en un día no laboral sin gente caminando frenéticamente de un lado a otro. Además pudimos ver a las mujeres con coquetas vestimentas y zapatos de taco alto que al salir de la iglesia los cambiaban por otros sin tacos y apuesto que más cómodos; me dieron una idea del respeto que aún demuestran hacia ciertas instituciones, que probablemente vaya también de la mano de la conservación de ciertos valores que en otros lugares se han ido perdiendo.

Teníamos pensado hacer una parada en Lion’s Head, la segunda elevación más importante de la ciudad luego de Table Mountain, e intercalar un trekking en medio del recorrido citadino. Como la parada más cercana al punto de partida de nuestra caminata estaba a cierta distancia, hablamos con el chofer del micro que sin problemas accedió a dejarnos donde le pedimos.

Cuando llegamos a la rotonda desde la que parte el camino hacia Table Mountain a la izquierda y Lion’s Head a la derecha bajamos e iniciamos el trekking hacia esta última elevación. 

Contentos con la caminata por la “cabeza de león”, decidimos continuar con el city tour.  Para volver a tomar el Red bus, que pasaba cada 15 minutos, tuvimos que caminar hacia Table Mountain. Antes de tomar la carretera que nos iba a llevar a la zona del Cable Car Station –donde paraba el micro-, avanzamos por un sendero que salía a la derecha de la misma y no sabíamos hacia donde iba. Dijimos, tal vez nos lleva hacia donde tenemos que ir, tal vez no… Y ganó el tal vez no!!! Tras caminar unos cuantos metros nos dimos cuenta que estábamos yendo hacia los “Doce apóstoles” conglomerado que forma parte de “la montaña de la mesa”. Una mujer que caminaba con una niña por ahí confirmó nuestras sospechas: era un sendero que bordeaba ese sector de la montaña. Tengo que reconocer que me sorprendió mucho la amabilidad con la que nos respondió la señora.

Volvimos sobre nuestros pasos y esta vez sí fuimos hacia la parada del bus, encontrándonos con un camino ascendente… estábamos condenados a ir hacia arriba!!! Un ruido al costado de la ruta nos llamó la atención; cuando miramos descubrimos un charco de agua con pasto en el que había varios batracios chapoteando. Lejos de causarme repulsión –mi reacción más habitual frente a estos animalitos- me quedé mirándolos y hasta les saqué una foto; ya estaba en la “onda África” donde esperaba ver todo tipo de animales!!!


Los primeros animales...
Subimos y subimos por la misma calle que circulaban los vehículos hasta que encontramos un atajo en la montaña, el cual tomamos sin dudarlo dos veces. Tal vez la escalerita requería un poco más de esfuerzo físico pero era mucho más directa. Llegamos con la lengua afuera pero a tiempo para tomar el micro que estaba por partir!!!

El viaje no duró demasiado ya que en Camps Bay volvimos bajar. Este barrio se encuentra ubicado a los pies de los “doces apóstoles” extendiéndose hacia la playa. Por sus bares y restaurantes, algunos de aspecto exclusivo,  por un lado y una costanera por el otro me dio la impresión de estar caminando por  Ocean Drive en Miami Beach!


Los Doce Apóstoles desde la playa
Día lindo + fin de semana: lugar atestado de gente! Los restaurantes estaban llenos de individuos de aspecto extranjero –de los que vienen con euros y dólares- que compartían su atención entre sus tentadores platos de comidas acompañados de cerveza, el incesante desfile de gente por la vereda y el espectáculo callejero a cargo de niños con instrumentos y vestimentas tradicionales.

Del otro lado estaba la costanera con la playa de arena fina y clara, y el mar que se veía muy tentador en un día de tanto calor. Pero si bien nos tentó… el frío impidió que nos metiéramos. Apenas bastó con meter los pies en el agua para comprobar que lo que decían de la corriente fría proveniente de la Antártida era cierto!!! De todas maneras eso no impidió que los niños disfrutasen del mar.

La calle que habíamos cruzado había determinado dos grupos. Por un lado los blancos, principalmente turistas (y tal vez algunos locales) con dinero de la vereda de los locales gastronómicos, y los no blancos, en su mayoría locales (y algunos turistas pobres como nosotros) del lado de la playa con bebidas y helados comprados en el “Pick n Pay” de la zona. Hay veces que no es necesaria una ley para separar grupos, sólo basta con tener o no una American Express Planitum...

En fin, no sentamos con nuestros helados en la costanera bajo la sombra de un árbol a descansar un poco y ver a la gente que nos rodeaba. Me llamó la atención la diversidad de vestimenta de los bañistas: trajes de neopren en niños pequeños, shorts de lycra y bermuda en los hombres y bikinis, mallas enterizas, vestidos, shorts, pescadores, y remeras de mangas largas hasta musculosas en las mujeres. Todo estaba permitido!!!


La playa con Lion´s Head de fondo
Al que no puedo dejar de darle una mención especial es al “negro milanga”. Era un hombre de raza negra, edad incierta aunque apostaría que tendría unos 40 años, que se mojaba en el mar y luego se arrojaba arena sobre el cuerpo quedando hecho una milanesa!!!  Compitiendo por el premio al personaje del año!!!


El "negro milanga"

Aún quedaban cosas para ver, así que regresamos a nuestro city tour. Siguiendo Camps Bay aparecieron las playas de Clifton. Una vez más nos encontrábamos con el concepto de divisiones: Clifton incluía cuatro playas separadas para distintos públicos. Según uno se identificase con el concepto de “local”, “gay”, “fashion” o “adolescente” tenía su playa.

Bajamos en Green Point junto al pequeño faro que aparece en la película Invictus cuando el equipo sale a trotar. A esa altura, si bien estaba el mar no había playa: grandes olas que arrastraban conglomerados de algas golpeaba furiosamente el paredón de contención que bordeaba la costa.


El pequeño faro de Cape
El frío viento costero y la presencia cercana del estadio Green Point hicieron que nos alejáramos del mar y caminásemos hacia la gran estructura metálica. Era evidente que toda esta área había sido puesta en valor para el Mundial del año 2010. El estadio, sede de la catastrófica eliminación del equipo dirigido por Maradona (obviamente que esto es un comentario de Seba),  estaba bordeado por un campo de golf, y modernos parques cuyo verde era interrumpido por senderos de material.


Estadio Green Point
Cuando pasamos justo estaba terminando un partido de fútbol, pero la imagen fue muy distinta a la que vemos habitualmente en Argentina. Por un lado la cantidad de gente que salía era ínfima y por el otro lado, simpatizantes de ambos equipos, con sus camisetas y vuvuzelas, salían tranquilamente caminando lado a lado. Una conducta ejemplar!!! En ningún momento sentimos temor de caminar junto a estos hinchas de futbol, y de hecho lo hicimos por varias cuadras siguiendo la calle Fritz Sonnenberg. Tras pasar por debajo de la autopista se continuaba con un sendero peatonal que corría paralelo a una bicisenda y culminaba en la calle Somerset donde estaba el supermercado al que nos dirigimos a comprar provisiones para la noche. Casi no había bicicletas pero si varias personas caminando; tal vez si no hubiésemos coincidido con la gente que salía de la cancha el lugar hubiese estado desierto… una vez más reitero que no es una ciudad donde se vea gran cantidad de peatones.

Con la visita al Spar concluyó nuestra recorrida por la ciudad. Había aprovechado a full el día haciendo y viendo todo lo que habíamos planificado!


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