sábado, 13 de agosto de 2016

Llegamos a la muralla!!!

By Sole

Con el estómago lleno, las mochilas en la espalda y una generosa capa de protector solar, pocos minutos pasadas las 12 estábamos listos para partir.

Salimos de la casa y caminamos unos cientos de metros por un callejón, mientras escuchábamos el cacareo de unas gallinas alborotadas de un gallinero de la ladera de la montaña, hasta terminar desembocando en un sendero de hiking. Si bien voy a continuar utilizando de manera indistinta las palabras trekking y hiking, voy a aclarar que no son lo mismo. En el hiking se camina por senderos o caminos marcados por el hombre, mientras que en un trekking se camina a campo traviesa, lo que lo hace más desafiante. Hecha la aclaración, esto era un hiking, al igual que todas las caminatas que he descrito como trekking en entradas anteriores. 

Avanzamos???

El camino discurría por la ladera de la montaña entre árboles. Estando en otoño pudimos disfrutar de un paisaje muy particular por la combinación de colores de las hojas que iban desde el verde, pasando un cobrizo-anaranjado y llegado al rojo. Cada tanto había claros en el camino, donde la ausencia de árboles nos permitían ver las montañas de los alrededores. Más allá de los colores y la belleza del lugar, lo que más recuerdo del sendero es su inclinación! Fuimos ascendiendo casi en forma constante; apenas había unos trechos planos en los que aprovechamos para respirar. Al ser un grupo de cinco personas con distinto estado físico -siempre el más lento marca el ritmo- no lo sufrí tanto… el compañero norteamericano fue el que peor la pasó. En algún momento llegué a pensar “por favor, que no se infarte acá”…



A medida que fuimos ascendiendo fue cambiando la perspectiva de las montañas que teníamos enfrente. “Eso no es una torre?” nos preguntamos señalando a lo lejos. Siii! Ya estábamos viendo la parte más sobresaliente de la muralla que eran justamente sus torres. Luego fueron apareciendo las paredes, y desde esa vista de perfil de la muralla finalmente terminamos con una panorámica desde arriba. Realmente una imagen de ensueños!!!

La torre desde abajo!!!

Torre y muralla desde la misma altura!!!

Torre y muralla desde arriba!!!

Esa parte de la muralla estaba a cientos o tal vez algunos miles de metros de distancia; nosotros íbamos hacia un sector que estaba apenas un par de metros por delante. Estábamos tan deslumbrados con esa maravillosa vista, deteniéndonos cada dos pasos para sacar fotos, que cuando levantamos la vista nos llevamos una sorpresa! Teníamos una torre a menos de 10 metros! Tras 1:30 horas de caminata, casi en ascenso permanente, llegamos a la muralla! Habíamos llegado al ícono que había motivado el viaje!!!

Cuando llegamos a la torre nos encontramos con una precaria escalera de madera de troncos amarrados entre sí “concesionada” por una mujer que cobraba 4 Yn/ persona... según Heidi eso era lo que decía el cartel que estaba junto al peldaño más bajo. No sé cuantas personas pasarán por ahí por día para justificar la presencia de esa mujer en ese inhóspito lugar considerando que durante todo el ascenso apenas cruzamos 4 individuos que venían en sentido contrario.



Este sector de la muralla –Jiankou- no estaba restaurado, conservando parcialmente su aspecto natural. Producto de la lucha de la naturaleza por recuperar el lugar que el hombre le había quitado, parte de la superficie estaba cubierta por vegetación; el resto había sido “desmalezado” conformando un sendero por el que fuimos avanzando.

Sector claramente no restaurado

Desde ahí fuimos caminando en dirección a Mutianyu –un sector restaurado de la muralla-, por la senda sin vegetación y suelo muy irregular por la disposición errática de las piedras. Cada tantos metros nos encontrábamos con alguna torre, teniendo que bajar varios escalones para ingresar a la misma y poder traspasarla. El interior de estas me pareció más grande y sofisticado que lo que había imaginado; cada una tenía 3 niveles: basal, entrepiso y terraza. Mientras caminábamos, además de sacar muchas fotos, tratamos de imaginar como se habían construido tantos kilómetros de muralla teniendo en cuenta la  ubicación y tecnología disponible en el momento. Cuanta inversión, trabajo, familias desmembradas y vidas perdidas en pos de la construcción de esta gran estructura para evitar invasiones… 



Durante los kilómetros recorridos apenas nos cruzamos con un par de personas, casi todas de aspecto caucásico. Habíamos puesto a prueba nuestra máxima: "existe una relación inversamente proporcional entre la dificultad para acceder y/o recorrer un lugar y la cantidad de turistas chinos". Confirmadísima!

Cerca de las 3 de la tarde llegamos a Mutianyu encontrándonos con la clásica imagen de la muralla, con todas las piedras en su lugar, suelo sin irregularidades y una montaña de botellas de plástico "olvidadas" por algunos visitantes. Para completar el paisaje civilizado había un vendedor que intentó en forma insistente vendernos cerveza al vivo grito de “Beer, beer”.

Alguien olvidó su basura???

Muralla restaurada
Racinguista descansando

Luego de descansar un rato y picar algún snack iniciamos el descenso… lejos de lo imaginado, este resultó mucho más doloroso que el ascenso por lo constante. Durante poco más de una hora pusimos en uso varios músculos que no estaban muy acostumbrados a trabajar.

Qué felicidad cuando vimos que el sendero concluía en una superficie plana!!! Mientras esperábamos que el señor proveniente de Washington DC llegara nos llamó la atención un gran grillo al costado del camino. Nos sorprendió aún más la pregunta de Heidi:
- "lo quieren agarrar?"
Antes de que pudiéramos responder algo ya estaba agachada haciéndolo entrar en una botella vacía. Por qué íbamos a querer agarrar un grillo??? Mientras rechazábamos “tan tentadora” sugerencia recordamos una imagen de "El último emperador" y algo que habíamos leído en una guía: los niños suelen tener este tipo de insectos como mascotas. Una cosa más que a nosotros nos resulta extraña y para ellos es lo más común del mundo.



El camino plano no había sido una simple ilusión, era una realidad que se prolongó por algunos cientos de metros llevándonos a un pequeñito pueblo con dos polirubros, baños y una precaria estación de buses coronada con una gran piedra que tenía pintados la hoz y martillo comunistas.



Continuando con la clásica visita de baños públicos me llevé una grata sorpresa por el poco olor, la limpieza de los squat toilets asiáticos y la presencia de duchas!

Antes de subir a la combi, Heidi compró una bolsa llena de pequeñas frutas rojas que parecían manzanitas. Tenían el tamaño y un carocito central como una ciruela, la consistencia y color de manzana y un sabor levemente dulce, agradable que no puedo compararlo con otra fruta. Posteriormente comprobamos que eran muy populares entre los chinos: las vimos frescas en verdulerías, acarameladas en parques y desecadas como si fuese dátiles. Sin tener 100% de certeza digo que podrían llamarse “haws”.

Estábamos totalmente agotados luego de tan lindo y espectacular trekking. Como suele suceder en los regresos de las excursiones, tuvimos que luchar durante todo el viaje para que no se nos cerraran los ojos; ya iba a haber tiempo para dormir a la noche. Unos minutos antes de las 18:30 horas llegamos a Lama Temple donde nos despedimos del grupo y tomamos el subte de regreso.

A las 19 horas ya estábamos en “nuestro barrio” dispuestos a buscar un lugar para cenar. Queríamos innovar y probar otro restaurant. Entramos en uno ubicado a menos de 100 metros del de la noche anterior que tenía varias mesas con mantel de plástico, en su mayoría ocupadas con gente que comía sopa. Nos acomodamos a la espera que venga alguien a atendernos… cri, cri, cri… nada. Cuando miramos un poco mejor el lugar descubrimos que al final del local había un mostrador con varios carteles totalmente en chino y sin fotos: era un fast food autoservicio! Desistimos y volvimos a lo seguro: nuestro habitual restaurante. No íbamos a innovar en restaurante, pero si en menú, así que fuimos por una empanaditas chinas de vegetales –muy ricas-, una especie de omelette/ buñuelo de zucchini, y chaw fan.

A pesar del sueño y el cansancio, al volver al hostel nos quedamos leyendo y escribiendo un rato para evitar acostarnos tan temprano. Con todo el esfuerzo apenas pudimos aguantar hasta las 22 hs… a dormir!!!

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