lunes, 23 de enero de 2017

Taxi, tren, subte, avión, minibus...el largo camino a Hanoi

By Sole

23 de Octubre

Madrugón! Aún medio dormidos bajamos las escaleras con las valijas a cuesta para encontrarnos con un hall sin vida; ni siquiera estaban encendidas las luces. Parece que en China confían mucho en la gente y no dejan a nadie a cargo del front desk... Como no teníamos deudas pendientes con el establecimiento cuando vino el taxi dejamos las llaves y nos fuimos…

La ciudad estaba bastante tranquila a esa hora, recién estaba comenzando a cobrar vida. Si bien no abundaban los taxis creo que podríamos haberlo tomado directamente en la calle. Como era de esperar no había mucho tránsito y antes de las 7 ya estábamos en la estación. Una vez más nos encontramos con un edificio de mayores dimensiones de lo esperado, que resultaba excesivo por lo menos para la cantidad de trenes que partían a esa hora.



Ilusos, habíamos pensado que al menos habría un lugar para tomar un café... Salvo por un local de “delicatesen” y souvenirs, y un fast food que vendía sopas –el típico desayuno callejero- todo el resto estaba cerrado. La idea del cafecito caliente se esfumó rápidamente y no tuvimos más opción que reemplazarlo por un yogurt bebible y una botella de Nescafé frío que encontramos en las heladeras del negocio de souvenirs. Para darle un toque exótico extra al desayuno lo acompañamos con galletitas de té verde que veníamos arrastrando desde Xi'an. Nuestro pic nic en la sala de espera pasaba totalmente desapercibido entre tanta gente que tomaba té en sus termos y sopas recientemente hidratadas con el agua hirviendo que ofrecía el lugar.

Una media hora antes del horario de partida vimos que se estaban formando filas. Como estábamos con las valijas y queríamos encontrar un lugar para colocarlas en el vagón nos unimos al grupo de ansiosos. Ya no éramos tan naivës y sabíamos lo desafiantes que eran esas filas, en las que hay que poner todo el cuerpo para que no se cuele nadie.




Quince minutos antes de la partida, se abrieron las puertas y fuimos pasando lentamente luego de que nos checkearan el ticket. El tren que partía de ahí ya estaba esperando en el andén. Creo que por primera vez en nuestra historia de viajes entramos en el bagón de primera clase. Dos cómodos asientos bastante anchos por lado, con espacio para colocar las valijas por encima de los mismos nos esperaban. Sorprendentemente,  todo el mundo se ubicó en su lugar sin inconvenientes y partimos con una puntualidad casi inglesa.


Primera clase por primera vez!!!

Se trataba de un tren rápido que por momentos alcanzó los 240 y 250 km/hora; apostaría que fue el más veloz de los que hemos tomado hasta el momento. No tuvimos tiempo de aburrirnos entre las paradas intermedias con algo de movimiento de pasajeros, las azafatas que vendían café, helados y snacks y el paisaje que fue cambiando de montañas a parcelas con cultivos de distintos colores que determinaban bonitos mosaicos intercalados con espejos de agua que parecían criaderos de patos y peces. Respecto al tema cultivos nos llamó la atención lo poco mecanizado que estaba; todo el trabajo parecía ser manual. La aparición de una ciudad en el horizonte y el horario nos indicaron que estábamos llegando a Guangzhou.

A las 11:45 hs ya estábamos en la estación. Como en cualquier país del primer mundo, había un subte que conectaba esta terminal de tren con el aeropuerto y hasta estaba muy bien señalizada en inglés! Sin problemas, y modestia aparte, sacamos los tickets que hasta incluían una conexión intermedia –entre la línea 2 y 3- con muchísima más habilidad que muchos de los locales que estaban en las máquinas expendedoras aledañas.



Pocos minutos después estábamos sentados en el subte con un largo viaje por delante. En la 1:10 hs que estuvimos bajo tierra debemos haber atravesado la ciudad de punta a punta, terminando en el interior del aeropuerto. Qué conocimos de Guangzhou? Estación de tren, subte y aeropuerto, con conexiones super aceitadas. O sea, no contamos a Guangzhou en la lista de ciudades visitadas.

El aeropuerto era más grande de lo que habíamos imaginado. En el uno de los niveles había locales de comida que iban desde restaurantes hasta fast foods incluyendo un KFC y un Mc Donald's. En el nivel superior estaban los mostradores para hacer el check in y locales varios, algunos para gente con alto nivel adquisitivo como un exclusivo Emporio Armani.



Al mirar las pantallas con los datos de las partidas y aterrizajes, descubrimos que nuestro vuelo había sido retrasado a las 17:05 horas, y aún teníamos 4 horas por delante en el aeropuerto…. Decidimos comer algo y descansar porque obviamente, con tantas horas por delante, no estaba habilitado el check in de ese vuelo. Luego de tanto salteadito, chow fan y chow mien, Seba tenía ganas de comer algo occidental… Mc Donald's o KFC? Entre malo y re-malo, optamos por el primero. Si bien podría tratarse de una visita más a Mc Donald’s en este caso no lo fue, y me voy detener unos minutos para ilustrarlos al respecto.

En primer lugar era un local take away; no había mesas en los alrededores para sentarse, solo los asientos del aeropuerto. El menú había sido adaptado al lugar y solo había 3 menues: uno con un sándwich que parecía pollo grillado, y los otros dos con algo rebozado y frito. Y para peor no había fotos de papa fritas… los combos venían acompañados de dos “cosas” que parecían fritas, y gaseosa que sólo podía ser Coca Cola o Sprite regular. That was all! Desde ya que todo estaba en chino... Una vez más recurrimos a los dedos y sonidos guturales para hacer el pedido; como no nos convencía mucho lo que veíamos compramos un solo combo. Creo que dentro de la malísima idea de comer en ese lugar, fue la mejor decisión.

Y las papas???

Nos acomodamos en dos asientos separados por una mesita donde pusimos la comida. Con algo de curiosidad abrimos el paquete… comenzamos con el sándwich que efectivamente era de pollo, pero a diferencia de la esperada pechuguita por el color y consistencia apostaría que se trataba de un churrasquito de pata muslo (ni quiero pensar que pudo haber sido cualquier otra cosa); la abundante mayonesa tapaba parcialmente el sabor. Podría decir que zafaba. El acompañamiento que reemplazaba a las papas fritas resultaron ser dos piezas de alitas de pollo rebozadas, picantes y fritas… no le cabe una calificación mejor que desagradable!!! Y el otro paquetito era el postre: pineapple pie. Era una masa fritas rellena con una jalea artificial que parecía un caramelo Sugus® de ananá derretido y caliente en el que nadaban unos trocitos de fruta. Todo esto acompañado de una gaseosa de sabor muy particular –supongo que por no estar acostumbrados a tomar gaseosas con azúcar-. En ese momento le dimos el premio a la peor comida de las vacaciones!!!

Terminamos comiendo parte de combo –las alitas volaron a la basura- quedándonos con una sensación bastante fea. Habiendo terminado el almuerzo más rápido de lo deseado, nos fuimos a recorrer los negocios de los alrededores para distraernos y no padecer tanto la espera. Finalmente teníamos tiempo de sobra para ver los locales de “souvenirs delicatesen” que nos habían llamado la atención en Xi an. Básicamente su mercadería se basaba en galletitas con un aspecto muy graso (nos recordó a las que habíamos comprado en Camboya que tenían un porcentaje de grasa tan alto que se nos partían en la mano antes de morderlas), bombones gelatinosos de fruta, galletitas de té verde, y barritas de semillas de sésamo y maní; todo en distinto tamaño, formas y presentaciones pero con un factor común que era el alto precio.

Unas 3 horas antes del vuelo hicimos el check in y despachamos las valijas. El control de seguridad posterior fue uno de los más exhaustivos que recuerdo con cacheo (sonara o no el detector de metales) y un escaneado milimétrico de mochilas y valijas de mano; las pasaban, una vez que salían de la máquina, la volvían a pasar, adelantaban y retrocedían la cinta intermitentemente y finalmente salían. Si quedaba alguna duda, también hacían una revisión manual y ocular directa del contenido.

Ilusos, esperábamos encontrar un Pacific Cafe o un Starbucks del otro lado del security check para sentarnos a disfrutar un cafecito con una bollería y olvidar el almuerzo, pero nada de esto sucedió… Apenas había 3 o 4 locales de comida con precios extravagantes donde un café pequeño costaba 50 Yn, y varios negocios de souvenirs y confituras como las que habíamos visto un rato atrás. 

En pocos minutos recorrimos y vimos todo lo que había para ver. No podíamos usar el wifi gratis del aeropuerto al no tener habilitados los datos del celular (había que registrar un número de teléfono al que mandaban un código para conectarse). Lo único que quedaba era leer un poco y comer los maníes especiados que aún seguíamos paseando por toda China –el hecho que durasen tanto es un claro indicio de lo feo que eran- ya que no estábamos dispuestos a pagar por un solo café lo que pagábamos en una cena para los dos.

Recuerdo esta tarde como de larga espera y ansiedad porque teníamos que estar en Hanoi antes de las 21 hs para recoger los vouchers de la excursión a Halong Bay del día siguiente. Iban pasando los minutos y no nos llamaban para embarcar; ya nos habían retrasado el vuelo una hora... Casi con los minutos contados, 30 minutos antes del horario de partida comenzó el embarque que fue más rápido de lo esperado. Ya listos para el despegue tuvimos que esperar que despegaran y aterrizaran otros aviones que tenían prioridad. Lo único positivo fue que nos enteramos que el vuelo duraba 1:30 hs en lugar de los 1:55 anunciados; por lo menos teníamos 25 minutos a nuestro favor entre todo el tiempo que llevábamos de atraso.




Como de suele pasar con los vuelos de menos de dos horas, entre que despegamos y comimos el snack que nos dieron, cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos iniciando el descenso. Unos minutos antes de las 18 hs aterrizamos en Hanoi (Vietnam tenía 1 hora menos que China; 60 minutos a nuestro favor).

Mientras esperábamos para bajar del avión, fue muy curioso ver como los vietnamitas sacaron sus celulares y se conectaron masivamente a Facebook –una de las tantas redes sociales a las que no se puede acceder desde China-. Estaban abstinentes!!! Hubiésemos querido hacer lo mismo, pero tendríamos que esperar a tener una conexión de wifi...

Como ya teníamos la visa el trámite para ingresar fue rápido. Cambiamos U$S 200 para tener algo de efectivo; tampoco era un tema tan importante como en China tener cash de la moneda local porque los hoteles eran más flexibles y aceptaban dólares y tarjeta de crédito.

Para ir al hotel teníamos dos opciones: tomar un taxi cuyo precio variaba entre U$S 18 y 25, o tomar el minibus-shuttle con un recorrido pre establecido por poco menos de U$S 3 por cabeza. Nos habíamos dormido y no habíamos contratado el servicio de transfer del hotel de U$S 15, que hubiese sido la mejor opción.

Dada la diferencia de precio, optamos por el shuttle que paraba a pocas cuadras del hotel. El único problema era que este recién partía cuando se llenaba con 16 pasajeros. Cuando llegamos ya había 5 personas, con nosotros sumamos 7, en los minutos siguientes cayeron un par más, pero el tiempo iba corriendo y ya casi no salía gente del aeropuerto... La tensión iba creciendo; luego de 20 minutos de espera, cuando estábamos por abandonar el vehículo e ir a tomar un taxi cayeron un par más de personas y entre todos los pasajeros acordamos pagar el pasaje que faltaba y salir de una vez. Así que terminamos pagando U$S 3 por persona y partimos rumbo a la ciudad!

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