sábado, 14 de enero de 2017

Un recorrido fugaz por Guilin

By Sole

Justo 1:30 hs luego de partir de Yangshuo, y tras un viaje mucho más placentero de lo esperado, llegamos a Guilin. Descendimos del micro y entre empujones fuimos avanzando con nuestras valijas hacia la salida. La estación nos hizo acordar a los alrededores de Retiro, con sus locales de comida de dudosa higiene a los que se sumaban otros más dudosos aún que no tengo idea de que eran, en cuyos interiores había varios hombres mirando tele –el pensamiento más inocente es que eran remiseros esperando que les saliera un viaje-.

Como el hotel estaba “walking distance” de la estación, una vez en la calle seguimos caminando sin necesidad de tomar otro transporte. Tal como habíamos visto en la rápida pasada que habíamos hecho días atrás, se trataba de una ciudad con mucho movimiento que nada tenía de "apacible pueblo" como las guías las promocionaban. Una vez más los autos, motos y bicicletas estaban por doquier –incluidas las veredas-. Tras cruzar un puente sobre el río giramos a la izquierda buscando el Guilin Riverside Hotel. El establecimiento resultó tener un sector de hostel y otro de hotel en dos edificios independientes en la misma cuadra.

En el front desk nos recibió una chinita muy conversadora que en pocos minutos nos entregó un mapa de la ciudad donde nos marcó cual era la zona céntrica y el night market más cercano, nos informó que nos había hecho un upgrade de la habitación y hasta nos pidió que le tradujéramos una opinión de tripadvisor bastante negativa que le habían dejado unos argentinos escrita en castellano. Entre los problemas que mencionaba este turista estaba la falta de taxis a la mañana… Al día siguiente teníamos que estar a las 7 am en la North train station (Guilinbei) para lo que teníamos que tomar un taxi a las 6:30 hs. Basado en ese comentario decidimos reservar un taxi aunque nos saliera casi el doble que los que circulan en la calle (60 yn en lugar de 35 yn); no queríamos correr el riesgo de no encontrar vehículo y tener que literalmente correr más de 40 cuadras con las valijas para llegar a tiempo.

Estábamos bastante cansados y acalorados, queríamos llegar de una vez a la habitación, bañarnos, y con las pocas energías que teníamos aprovechar lo que quedaba de la tarde. Así que le leímos rápidamente en inglés las partes menos ofensivas dando por terminado el pedido con un “that is all” y enfilamos hacia la habitación asignada que estaba en el segundo piso escalera mediante; menos mal que no teníamos exceso de equipaje…

La habitación no estaba mal para el corto tiempo que íbamos a pasar y lo poco que habíamos pagado. La “gran vista” a la calle incluía las ventanas del edificio de enfrente a corta distancia, y cualquier adjetivo positivo respecto al tamaño de la habitación y del baño quedaba opacado por el olor que salía de este último; nos recordó al hedor matutino del mismo ambiente del hotel de Bangkok. Apuesto que tenía alguna relación con la cercanía al río. Nos bañamos en la “no ducha” del baño; era el tercer lugar donde nos alojábamos donde no había un espacio delimitado para bañarse en el baño.

Y la bañera???

A las 17hs, Un poco más frescos post ducha, salimos a caminar por las caóticas calles de Guilin. Para cruzar las calles había que mirar para la derecha, para la izquierda, para atrás y adelante; sólo faltó mirar hacia arriba para ver si caía algo del cielo. Sin importar el color del semáforo los vehículos se movían en todas direcciones. Si bien pasamos junto a varios negocios que ofrecían productos a muy bajo precio no nos detuvimos a hacer compras, teníamos poco tiempo y queríamos visitar lo único que nos había parecido interesante en la ciudad: las pagodas del sol y la luna.

Pronto llegamos a destino; una vez más tuvimos la sensación de haber encontrado un oasis de tranquilidad en medio del caos. Ni bien ingresamos al parque nos encontramos con el lago donde estaban emplazadas las pagodas. Lo primer que llamó nuestra atención fue un grupo de hombres de la tercera edad que pescaban en el lago… mmm, pesca deportiva de carpas? Apuesto a que algo debían sacar porque cada tanto se veía a los peces saltando fuera del agua...

Los pescadores del lago

Dejando atrás a los pescadores, seguimos avanzando quedando sorprendidos con lo que estábamos viendo. La pagoda del sol con su cobertura de bronce en la que se reflejaban los rayos del astro rey nos resultó realmente impresionante; mucho más hermosa de lo que habíamos imaginado. A su lado, un tanto opacada por el brillo de su hermana dorada, estaba la pagoda de la luna. Si bien se podían visitar decidimos sólo observarlas a lo lejos y continuar con la caminata por el parque disfrutando de la relativa tranquilidad del lugar.

Pagoda del sol


Pagodas del sol y de la luna

Bordeando el lago había bastantes bancos, algunos con curiosas formas de animales; muchos de estos ya estaban ocupados por lugareños que charlaban, tomaban alguna gaseosa o simplemente descansaban. Ya les voy adelantando que este parque fue lo más lindo que vimos en la ciudad.

Seba sentado en un banco chancho



Al salir del parque tuvimos la brillante idea de querer cruzar una calle sin semáforo por la senda peatonal... Hace falta aclarar que nadie la respetaba y tuvimos que avanzar cual juego del sapito esquivando todo tipo de vehículos? Habiendo sobrevivido al cruce nos encontramos frente a frente con el famoso río Li. Este curso de agua nos generó una gran decepción, se lo veía sucio, y sin nada de atractivo a tal punto que nos recordó más al río Yamuna de Agra –pero sin el bello Taj Mahal de fondo-, que al Yulong por el que habíamos navegado en Yangshuo. En lugar de las pintorescas balsas en este sólo circulaban algunos “cruceros” de los que suelen llevar contingentes de turistas. Luego de estar varios minutos parados en la costanera tratando de encontrar la belleza confirmamos que habíamos tomado la decisión correcta al ir a los alrededores de Yangshuo en lugar de quedarnos en Guilin.

Río Li

A esta altura ya estaba anocheciendo, así que enfilamos hacia el centro. No tuvimos que caminar mucho, giramos 180º y visualizamos el edificio del Sheraton. Nos volvimos a transformar en “sapitos” y cruzamos la calle. Fuimos caminando por la vereda que estaba frente al hotel, donde había varios restaurantes destinados a turistas anglosajones con sus carteles en inglés que anunciaban “Irish bar” y “American restaurant”. Si bien éramos turistas y teníamos en mente cenar en un rato, ni siquiera consideramos la posibilidad de sentarnos en uno de estos lugares en los que en general no nos sentimos a gusto por su poca autenticidad y los precios que exceden nuestro presupuesto.

Tardamos poco tiempo para encontrarnos con el cruce de calles peatonales llenas de negocios de todo tipo donde predominaban las luces de neón y el ruido. Una característica de los locales céntricos chinos es tener empleadas con voces muy agudas e irritantes que “hablan” constantemente con un micrófono y el sonido se amplifica con grande parlantes acompañado de música que suena “punchi punchi punchi”. Hicimos unas breves visitas a los locales de Adidas y Nike -saliendo prácticamente espantados por los precios que tenían- y terminamos en una feria de “artesanos” con precios más acordes a nuestros bolsillos. Podríamos haber aprovechado a comprar algo, pero con el cansancio, el calor y el aturdimiento del “punchi punchi” lo que menos tenía ganas de hacer era ponerme a regatear...

Peatonal de Guilin

Habíamos leído que las pagodas se veían muy bonitas a la noche, así que movidos por la curiosidad volvimos al parque. Sin dudas, se veían hermosas iluminadas, contrastando con el oscuro cielo. Voy a admitir que en este caso los chinos hicieron un muy buen uso de las luces, haciendo resaltar la belleza de ambas torres. Fuimos rodeando el predio, sacando varias fotos cuando el ángulo permitía obtener una buena toma. No éramos los únicos visitando el lugar... ademas de la gente que uno esperaría encontrar por estos lares había bastantes murciélagos sobrevolando la zona. Esos horribles animales con alas y el hambre hicieron que no nos quedáramos sentados frente al lago disfrutando de una muy agradable noche.



Pasamos por varios locales de comida, desde uno bien autóctono que ofrecía carne de tortuga y garritas de pollos hasta otro comunista con una gran foto de Mao en la pared con comensales fumadores y menú solo en chino. Finalmente terminamos en el restaurante del hostel Riverside, donde nos estábamos alojando: bueno, barato y sin grandes pretensiones. Por 50 Yn comimos un rico salteado de pollo con maní –el ingrediente ideal para todo tipo de platos- y un chaw fan con huevo, todo acompañado por agua y cerveza. 
Las paredes del hostel estaban adornadas por los grafitis y las firmas de los huéspedes; Seba no dejó pasar la oportunidad de dibujar un lindo escudito de Racing con la firma del príncipe Milito... 

Ese día nos fuimos a la cama tempranito, padeciendo una noche de sueño entrecortado producto del calor, el reflejo de las luces del neón y el miedo a quedarnos dormidos y no llegar a tomar el tren.

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