viernes, 24 de marzo de 2017

Templos, pagodas y dumplings en Suzhou

By Sole

No sé cuanto habremos caminado hasta llegar al Wen Temple, pero estimo que al menos nos llevó media hora más. Definitivamente el tiempo ya no estaba de nuestro lado, y a las nubes se le había sumado una suave garúa intermitente que nos llevó a preguntarnos: "Seguimos o nos sentarnos en algún café?". Decidimos seguir.

Cuando llegamos, la desolación del lugar nos hizo dudar si no nos habíamos equivocado de templo. Tal vez no formaba parte del circuito de los tours turísticos o el hecho de que parte se encontrase en remodelación evitaba la visita de las grandes masas humanas. Tras esquivar el andamiaje que recubría el arco de la entrada, ingresamos al complejo por una de las galerías laterales en cuyas paredes había varias estelas. Tal como habíamos visto en el Templo de la Literatura de Hanoi acá también estaban esas grandes piedras con inscripciones talladas que seguramente recordarían los logros de alguien, pero en mejor estado de conservación; quizás eran más nuevas o quizás habían sido víctimas de la restauración compulsiva china.


Estelas de graduados

Detrás del andamio, y entre las galerías laterales había un jardín muy bonito con algunos bonsáis, y coronando el lugar una estatua de Confucio invitándonos a entrar a su templo. Luego de sacarnos una foto con el anfitrión, aceptamos su invitación e ingresamos al edificio que guardaba una colección de instrumentos musicales –algunos bastante extraños y de gran tamaño-, un cuadro del pensador y varios objetos más. Todo se encontraba en perfecto estado y con colores tan vivos que parecía que había sido pintados recientemente.


Confucio y su templo de fondo

La entrada

Uno de los tantos instrumentos

Aprovechando la tranquilidad reinante en el lugar y que en ese momento no llovía, nos sentamos en uno de los bancos del jardín a descansar, y comer un sándwich y los maníes que seguían formando parte de nuestro equipaje diario. Con un poco más de energías terminamos de recorrer el predio que incluía un anexo lateral con otro templo -albergaba una gran figura del señor Confucio-, una gran fuente y los sanitarios. No lo voy a calificar de must, pero creo que es uno de las atracciones de Suzhou que merecen una visita si sobra algo de tiempo.


Imagen del segundo templo

Siguiente punto en el mapa: Ruiguang Pagoda (Auspiciuos light pagoda). Esta estructura de trece pisos construida alrededor del año 240 y posteriormente restaurada en reiteradas oportunidades es reconocida por ser la primera perteneciente a la religión budista en la ciudad. A medida que nos fuimos acercando al estacionamiento notamos la gran cantidad de micros aparcados; eso sumado a las gotas que caían del cielo, hicieron que le sacásemos algunas fotos desde el exterior y emprendiéramos el regreso.


Ruiguang Pagoda

Bajo la garúa caminamos en forma sostenida hasta la zona céntrica, donde finalmente llegó el tan ansiado café que veníamos postergando. Esta vez optamos por un Starbucks donde descansamos y escribí un rato mientras disfrutábamos de un rico capuchino.

Ya habíamos cubierto los principales puntos turísticos que teníamos marcados en el mapa. Así que el resto de la tarde quedaba para descansar y caminar libremente.

Dimos varias vueltas por la zona comercial descubriendo que el H&M que estaba cerca del hotel ya no existía. Con bastante decepción decidimos volver a Pinjiang road para recorrer el sector que nos había faltado. 

A pesar de estar más concurrida que a la mañana aún conservaba cierto encanto y seguía siendo un lugar agradable para caminar. En esta ocasión pudimos ver una balsa de bambú en la que el “gondoliere” mientras remaba les iba cantando a su grupo de clientes compuesto por “mujeres de la quinta década”.


Tendrá wifi la "góndola"?

En el regreso al hotel tomamos una calle en la que estaba la entrada a un “mercado de animales”; no entramos por miedo a contagiarnos alguna peste, pero en las inmediaciones se veían jaulas, algunas vacías y otras llenas de pájaros y conejos.

Tras una parada en el hotel que incluyó la degustación de una papas Lays de pepino y unas Pringles regulares, alrededor de las 19 hs salimos a cenar. La noche anterior habíamos visto un lugar que vendía dumplings; recordando que nos habían gustado cuando los habíamos comido en Beijing decidimos darle una chance. Cuando entramos en Chen Yang descubrimos que tenía una cartelera como las de los fast food, pero completamente en chino!!! Mientras sacábamos el papel con la lista de comida que incluía los caracteres locales para ver si lográbamos descifrar algún nombre, alguien nos dijo “hablan español?”. Resultó ser un joven chino que hablaba inglés y algo de castellano por haber vivido en Colombia. Nos indicó cuales eran los dumplings de cerdo y nos recomendó pedir los de cangrejo, y acompañar la comida con una sopa… Hicimos el pedido señalando un listado: una opción de dumplings, una opción de sopa y dos lemon juices –el agua mineral brillaba por su ausencia-.




Luego de pedir y pagar, con señas nos indicaron que la comida iba a tardar unos 10 minutos. Nos acomodamos en una de las mesas del salón que estaba en el primer piso, y luego del tiempo de espera estimado el pedido subió en un pequeño monta carga y nos fue entregado.

El momento de la verdad había llegado! Recibimos una vaporera con los dumplings de cerdo, una sopa con fideos de aspecto de spaghettis pero transparentes (debían ser de arroz) y unas tiritas de carne (99% segura que era lengua de algún animal) flotando en un caldo super picante que generaba adormecimiento de los labios. Pero lo peor de todo vino a la hora de probar la bebida… debe haber habido algún problema de interpretación porque en lugar de jugo de limón nos dieron dos vasos de leche de soja tibia. Comimos los dumplings –la mayoría se los comió Seba porque el cerdo mucho no me gusta-, y algunos fideos de la sopa cuyo picante tratamos de calmar con algunos sorbos de ese líquido blanco caliente con sabor a poroto de soja, hasta que las nauseas nos impidieron seguir. A pesar de haber comido bastante poco y apenas tomado 1/3 de la leche quedamos con una sensación de pesadez tal como si hubiésemos comido un montón. A esta altura puedo decir que fue la peor comida del viaje superando al Mc Donald’s del aeropuerto de Guangzhou.


Los dumplings

Caminamos un poco para ver si se nos iba la fea sensación estomacal, y terminamos en el hotel tomando un té de jazmín para matar el recuerdo del sabor a soja… Nos fuimos a dormir teniendo la certeza de que iba a amanecer lloviendo.

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