viernes, 25 de diciembre de 2015

Hagia Sophia, la vedette de Estambul

By Sole

Espero que no me maten por lo que voy a decir, pero estando parada entre Hagia Sophia y Blue Mosque me resultó mucho más impactante y bonita esta última. La iglesia devenida en mezquita y posteriormente en museo, si bien es imponente no ostenta gran belleza desde el exterior; tal vez por la falta de simetría y por los contrafuertes construidos hace cientos de años para soportar el peso del gran domo.


Hagia Sophia a la izquierda, Blue Mosque a la derecha

Con sólo dos personas delante en la fila de la boletería compramos los tickets de 30 TL cada uno. Estuvimos en la duda de comprar una tarjeta de tres días (85TL) que incluía otras atracciones, pero teniendo en cuenta los lugares que queríamos visitar no ahorrábamos dinero. Decidimos que nuestro interés determinara los lugares a visitar y no una tarjeta…

Tras presentar las entradas pasamos por el detector de metales y las mochilas por el scanner, y a qué no saben lo que pasó??? El trípode de Seba no tenía permitido el ingreso!!! Otra vez nos encontrábamos con una regla absurda!!! Habiéndonos pasado lo mismo en India, entregamos el trípode que retiraríamos a la salida. Los “palitos” para sacar selfies pasaban sin problema!!!

Caminamos raudamente bajo la lluvia los metros que nos separaban del atrio y tras pasar dos puertas bastante imponentes nos encontramos con el interior de la iglesia. Inmensidad suele ser una de las palabras que mejor describen este lugar. Ni siquiera el andamio que cubría la mitad izquierda de la misma permitía ocultar las dimensiones de la construcción. Seguramente no es el edificio más grande que visité, pero tal vez sí el más grande con tantos años de historia atrás. Para que se den una idea, mide unos 100 metros del atrio externo al altar, con un ancho de casi 70 metros. El domo, una de las partes más impactantes, tiene una altura de 55 metros y un radio de 31 metros. Grande, no?

En el interior de Hagia Sophia

Una breve reseña histórica para ponernos en situación: Supo ser la iglesia más grande construida en el Imperio Romano de Oriente. La que vemos actualmente es de hecho la tercera construcción, la cual tomó 5 años y fue iniciada en el año 532 bajo las órdenes del emperador Justiniano.  Las anteriores fueron destruidas y/o quemadas en revueltas populares. Parece que como bien se dice la tercera es la vencida y afortunadamente tenemos la posibilidad de tenerla aún en pié y poder visitarla.
Durante la época de las cruzadas sufrió un gran deterioro, y recién en el año 1453, luego de la conquista del Sultán Mehmed fue remodelada y transformada en mezquita. Se reforzó la estructura, se agregaron pilares y con el tiempo se fueron agregando los característicos minaretes.
Tras varios siglos de funcionar como mezquita, en 1935 fue convertida a museo; la función que tiene en la actualidad.

No voy a detenerme a hablar de estilos arquitectónicos, en los materiales empleados en la construcción ni en los numerosos emperadores y sultanes que pasaron por ahí porque sería bastante tedioso –sin contar de que estaría escribiendo sobre temas que desconozco –. Simplemente voy a hacer mención a las cosas que llamaron nuestra atención:

  • Los paneles caligráficos son sin duda los elementos más icónicos de las fotos que circulan de Hagia Sophia. Esos ocho grandes círculos de 7,5 metros de diámetro con inscripciones en árabe son los más grandes del mundo islámicos. Todos se preguntarán que significarán esas grandes figuras doradas sobre un fondo de madera verde tan oscuro que casi parece negro… no son ni más ni menos que los nombres de Ala, Mahoma, los nietos de este último (Hasan y Husain) y los primeros cuatro califas (Abu Bakr, Umar, Uthman, Ali). Existen además otros paneles de menor importancia cerca del altar que llevan los nombres de algunos sultanes otomanos.
  • Los mosaicos con imágenes de Cristo me llamaron la atención por dos razones. La primera fue la tolerancia que tuvo el islamismo hacia imágenes representativas de otra religión. Pero al leer un poco descubrí que Jesús fue una de los profetas del islam como los fueron también Noé, Abraham, y Moisés –personajes en común también con el judaísmo–. Teniendo en cuenta esto podría entender que conservaran esos mosaicos porque en algún punto eran representaciones de un personaje que también era parte de su religión. Lo segundo que me llamó la atención fue la manera en que estaban realizados. Estas verdaderas obras de arte fueron realizadas entre los siglos IX y XIII; en la mayoría están presentes Jesús, la virgen María, ángeles y los mismísimos emperadores (hombres modestos y para nada vanidosos, no?).
    El que nos resultó más impactante y el que retuvo más la atención –apuesto que por la cercanía con la que se podía apreciar– fue el “Mosaico Deesis” en el que está representado Jesús, la virgen María a su izquierda y San Juan el Bautista a su derecha, quienes rezan para que Cristo tenga piedad de la gente durante el juicio final. Se encuentra ubicado en la galería norte del primer piso, y aunque es uno de los mosaicos más nuevos del lugar –siglo XIII– apenas se conserva la parte superior del mismo. Ese pequeño segmento es suficiente para apreciar con todo detalle las pequeñas piezas –en su mayoría doradas– que como si fuera un gran collage de papel glasé metalizado van delimitando con gran precisión las figuras humanas. Vale la pena dedicarle unos minutos de la visita.
  • La escritura vikinga es la evidencia de que el “vandalismo” no distingue épocas ni culturas. En una de las barandas de mármol del primer piso se pueden ver un par de “garabatos” tallados en la piedra que según la traducción dice “Havdan estuvo aquí”. Aparentemente fue escrito en el siglo XIII por un vikingo que formo parte de la guardia imperial que peleaba en nombre de la corte en esa época.
  • La columna de los deseos! Donde hay una leyenda ahí estamos leyéndola! Cerca de la escalera que conduce al primer piso nos encontramos con una columna con un orificio cubierto de placas de bronce. Se dice que la columna tiene el poder de curar enfermedades… hay que meter el dedo en el orificio, dar una vuelta de 360º (se complica si lo que duele es el hombro) sin sacarlo de ahí, y si sale mojado la enfermedad se curará o el deseo de cumplirá. Esta vez sólo nos detuvimos a mirar, no nos atrevimos a meter el dedo…
Panel caligráfico


Mosaico cristiano

El frío que hacía en el interior de Santa Sofía no tenía nombre! Es más no sé si no hacía más frío en el interior que en el exterior… las paredes y pisos recubiertos con mármol –en algunos sectores tan gastado que tenía huellas como las rutas por donde pasan muchos camiones– no ayudaban ni un poquito…  Mis zapatillas mojadas y el trench más primaveral que otoñal tampoco eran de ayuda!

Tantas cosas para fotografiar... pero su particular iluminación, o la presencia del andamio, o una combinación de ambos factores hicieron que nos resultara bastante difícil encontrar el ángulo con la luz ideal para sacar fotos. Probamos distintos modos de la cámara, alturas, focos, etc. tratando de plasmar de la forma más veraz lo que estábamos viendo. Quedamos un poco decepcionados con nuestro trabajo fotográfico…



Luego de casi una hora y media de recorrido, en el exterior nos reencontramos con la lluvia! Nada había cambiado! Las inclemencias del tiempo hicieron que no le dedicásemos a los alrededores de Hagia Sophia el tiempo que merecían. Apenas pispeamos un poco el exterior de las tumbas de sultanes y princesas que imponentemente se erigían como edificios secundarios en los jardines tapando parcialmente a la iglesia.

Al elevar la vista no pudimos dejar de prestar atención a los minaretes, esa estructura arquitectónica distintiva de las mezquitas utilizadas para anunciar el horario de la oración. Sumando a la asimetría externa de Santa Sofía producto de los arbotantes adicionados para evitar que se venga abajo y las tumbas que la rodean los minaretes son diferentes entre sí! Uno llama particularmente la atención por ser de ladrillo rojo desentonando con toda la estructura.

Antes de salir retiramos el trípode y nos fuimos a cambiar el calzado mojado al hotel para continuar recorriendo esta enigmática ciudad. Nuestro siguiente punto de interés a recorrer era el Grand Bazaar.

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